En 126% se incrementaron las muertes de privados de libertad en Lara durante 2020 en comparación con 2019. La mayoría fue por enfermedades. La Comunidad Penitenciaria Fénix fue la que registró más fallecidos.
La condena más letal que han sufrido los privados de libertad, que están encarcelados en el estado Lara, es la desnutrición y la tuberculosis. El año 2020 cerró con la cifra más alta de presos fallecidos a causa de estas enfermedades desde hace aproximadamente cuatro años años. La Comunidad Penitenciaria Fénix, ubicada al norte de Barquisimeto y administrada por el Ministerio para Servicios Penitenciarios, la que más registros de fallecidos presentó.
Según la información diaria recopilada por la organización no gubernamental Una Ventana a la Libertad (UVL) y los reportes del medio de comunicación La Prensa de Lara, en toda la entidad se contabilizaron 59 privados de libertad fallecidos que fueron ingresados a la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto, 126% más que el año 2019, cuando se registraron 26 fallecidos en total.
Para precisar esa cifra, se monitorearon los más de 30 Centros de Detención Preventiva (CDP; conocidos como calabozos policiales) que hay repartidos en los nueve municipios y los tres Centros Penitenciarios y Socioeducativos (David Viloria, Fénix y Retén de Menores Pablo Herrera Campins, conocido como El Manzano) que hay en la región.
En detalle, en Fénix hubo 33 muertes, seguido del Centro Penitenciario David Viloria, donde se contabilizaron nueve reos fallecidos; tres delegaciones distintas del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) tuvieron nueve presos que murieron; en el Destacamento 121 se registraron cuatro decesos que engloban la cantidad total de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en la región; mientras que en la Policía de Lara (Polilara), cuerpo policial que tiene la mayor cantidad de CDP, solo hubo dos registros fatales; al igual que Policía Nacional Bolivariana (PNB).
De los 59 privados de libertad que murieron, 52 fallecieron por causas naturales y/o enfermedades; seis reclusos perdieron la vida durante riñas sangrientas intracarcelarias; y hubo un presidiario que, presuntamente, se suicidó.
Médicos expertos consultados por UVL, familiares de privados de libertad, denuncias realizadas por otras organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación, argumentan que las muertes por enfermedades se deben principalmente a la falta de agua potable por tubería en los calabozos, la casi nula alimentación por parte de las autoridades hacia los presos y la poca atención médica que reciben dentro de cada cárcel.
Un patrón letal
Desde el año 2017, UVL -en informes anuales y alertas publicadas en la página web oficial- ha denunciado que con el incremento de muertes de privados de libertad enfermos, se ha registrado una exposición de violación de derechos humanos sistemática. Es decir, un patrón de acciones donde a los reos enfermos no se le garantiza la pronta y adecuada atención médica, la alimentación balanceada y por ende el derecho de vida.
Un caso que reflejó este patrón fue la muerte de Carlos Eduardo Rodríguez Palencia, registrada el 23 de febrero de 2020. Su madre en entrevista con UVL y con distintos medios de comunicación, en esa oportunidad, expresó su sorpresa sobre el estado de salud en el que se encontraba este hombre de 34 años y sobre todo las críticas condiciones en las que encontró el cadáver.
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Con información de El Diario