«Me vine desde Trujillo porque necesitaba conseguir trabajo, pero también porque la vida allá se está haciendo muy difícil. Aunque la gente trabaje, no tiene gas, luz ni gasolina. Cocinar la comida se ha vuelto una tarea titánica, primero comprar lo que se pueda, lo que nos alcance y después tenemos que buscar leña o carbón para cocinarla. Esto no es cuento, es así».

La afirmación de Rebeca Torres, cajera de 24 años en una panadería en la avenida Rómulo Gallegos de Caracas, evidencia la nueva fase en la que ha entrado la migración en Venezuela: el desplazamiento interno. Luego de la salida de más de 4 millones de personas, según cifras de organismos internacionales, muchos de los que se han quedado en el país decidieron abandonar sus hogares en el interior del país para irse a las grandes ciudades, especialmente a Caracas.

En Venezuela han ocurrido movilizaciones desde el interior del país hacia las grandes ciudades, en búsqueda de una vida mejor; pero en la actualidad el principal factor de la migración es la crisis generalizada que sufre el país y el deterioro de la calidad de vida. Recientemente, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social indicó que 708 protestas por diferentes motivos se reportaron en todo el país en septiembre pasado. De ese número, 245 fueron por fallas de servicios públicos: 118 manifestaciones en reclamo por por agua potable, 99 por electricidad y 28 por gas doméstico.

«En el pasado hubo una migración rural-urbana por un proceso de industrialización en el país que resultaba más beneficioso para muchos. Es decir, todo lo referente a la economía petrolera y el desarrollo de los sectores servicios y comercios. Evidentemente, las personas que dejaron el campo por la ciudad encontraron mejores beneficios en cuanto a ingresos y a calidad de vida», recuerda Vargas.

La socióloga explica que hoy existe una migración forzada pues la situación en las regiones es dos o tres veces peor que en las principales ciudades y, especialmente, cuando se compara con Caracas. Señala que la falta de servicios impide que aunque la persona quiera seguir con su rutina o dinámica de vida como ir al colegio, dar clases o, abrir su negocio, no puede hacerlo porque no cuenta con las condiciones mínimas requeridas para eso.

«Eso obliga o fuerza a salir de ese lugar a otro donde pueda tener mejores oportunidades. Entre los costos que tiene en primer lugar se genera una ruptura social al igual que la migración externa, una ruptura del tejido social con lo que es su casa, su familia, su actividad económica porque necesariamente no emigran en familia», destaca la investigadora de la USB.

Ramón Piñango, sociólogo y profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), coincide en que las causas de la actual migración interna son diversas a la que motivaron a las personas a abandonar las zonas rurales en el pasado.

A juicio de Piñango existen dos tipos de personas que se han desplazado internamente: los que viajan desde el interior hasta Caracas por cuenta propia y los que se trasladan obligados por sus familiares, «éstos últimos que tienen a sus hijos en Caracas son traídos por ellos porque no quieren que continúen pasando trabajo. A mucha gente del interior no le gusta la vida de una gran ciudad».

Más que los costos monetarios que demanda trasladarse desde una ciudad a otra, la socióloga e investigadora de la USB Claudia Vargas explica que se genera una pérdida del arraigo familiar, pero también consecuencias en los lugares adonde se mudan.

Claudia Vargas sostiene que una consecuencia de la migración interna es el aumento de la densidad demográfica, que se ve reflejada en la limitación y colapso de los servicios públicos. «No vamos a decir que una congestión interna hacia las ciudades y especialmente a Caracas está afectando la calidad de vida de sus habitantes, pero uno si se puede dar cuenta cualitativamente que hay más dinámica cotidiana».

Ramón Piñango coincide en que este tipo de desplazamientos de la población agravará la situación de las ciudades y especialmente de Caracas. «Habrá problemas de adaptación de las personas que decidieron viajar a las ciudades obviamente, pero también podrían comenzar a colapsar los servicios como agua, electricidad, aseo que ya están bastante sobrecargados», afirma el sociólogo.

Con información de Tal Cual.

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