En los salones de la Universidad Central de Venezuela reina el conocimiento y las ganas de «echar pa’lante», de seguir apostando al país. La grandeza de la UCV es soñada por muchos pero alcanzada por pocos. Los pasillos se encuentran desolados, las facultades cuentan solo con la luz natural y los edificios del recinto universitario muestran falta de mantenimiento.

El deterioro de la casa que vence las sombras, como muchos la conocen, evidencia la falta de presupuesto que enfrentan las universidades públicas del país. Los mosaicos que se encuentran en los pasillos están, en su mayoría, destruidos.

Desde su fundación, el 22 de diciembre de 1721, se ha caracterizado por el arte que se encuentra en sus instalaciones. Pero ahora, en la infraestructura se observan filtraciones, las lámparas de las caminerías no sirven, los salones tienen pocos pupitres, las puertas están dañadas y los baños presentan pobres condiciones sanitarias.

La UCV está en el olvido de muchos, pero en el corazón de tantos otros. Este Patrimonio de la Humanidad muestra un decaimiento muy parecido al del país que lo alberga; sin embargo, sus estudiantes siguen apoyando y queriendo a su casa de estudios.

«El deterioro de la infraestructura es un problema que nos ha afectado muchísimo (…) todo se está cayendo. Las cerámicas de los pisos de la escuela Luis Razetti (facultad de Medicina) ya no están, un salón se encuentra clausurado porque el techo se encuentra en riesgo de que se caiga», señaló Nayra Correa, estudiante de Medicina y secretaria de cultura de la Federación de Centros Universitarios (FCU).

Explicó que los estudiantes tuvieron que buscar en diferentes facultades para recibir clases porque no podían hacerlo en las instalaciones de su respectiva escuela. «Perdimos varias semanas de clases porque se tenían que reprogramar todas las que se habían perdido».

Quienes hacen su vida universitaria en la UCV lo hacen con la expectativa de recorrer su camino hacia el mundo profesional. Sin embargo, el recinto universitario se encuentra sumergido en un espacio de carencias y angustias, producto de la crisis que atraviesa el país. La inseguridad se alimenta de quienes pasan sus días en sus aulas y pasillos: los vigilantes de los diferentes espacios recomiendan no sacar las pertenencias de valor por los altos índices de robos dentro del campus universitario. Diferentes facultades se encuentran privadas del servicio eléctrico, debido a los robos de los cables

La secretaria de cultura de la FCU apuntó que la responsabilidad del deterioro de las instalaciones de la universidad es conjunta entre el gobierno de Nicolás Maduro y las autoridades universitarias, sumado al poco cuidado por parte de los estudiantes.

«Para nadie es un secreto que la UCV está mantenida por el Estado y que son ellos los que deben enviar los recursos para que la infraestructura se mantenga. Además, las autoridades de la universidad no se han abocado a llevar la lucha en conjunto con los estudiantes que hemos tratado de reclamar la situación; ellos no han apoyado lo suficiente».

Por otro lado, Milagros Pinto, egresada de la escuela de Contaduría, expresó que la situación de la UCV es desalentadora para los estudiantes y profesores que todavía se encuentran allí.

«Es una situación bastante triste y lamentable. Si tomamos en cuenta que es una casa formadora de profesionales, es muy triste saber que hay facultades en las que los laboratorios o escuelas están inoperantes. Hace un mes tuve la oportunidad de estar en la universidad y pude ver de primera mano el estado en el que se encuentra», expresó.

El gobierno nacional ha intentado esconder la inmensidad de la ciudad universitaria, bajando los recursos o simplemente deteniéndolos por completo. La mayoría de los funcionarios del Estado cursaron sus estudios de pregrado en la UCV; sin embargo, su poco sentido de pertenencia con la casa de estudio los hace ajenos a la situación.

“Todo el gabinete se formó en la Universidad Central, como Elías Jaua o Héctor Rodríguez. Siento que debería dolerles como nos duele a los que estamos estudiando ahí, ver la universidad cayéndose y ellos preocupados más por mantener el poder en lugar de hacer el bien”, expresó Nayra Correa.

Señaló que el gobierno no ha suministrado los recursos y que si ellos estuvieran en su posición, no aceptarían las condiciones de la infraestructura. “Esto es un mensaje a la reflexión, porqué ellos no están haciendo algo cuando pasaron por los mismos pasillos que nosotros”.

En los pasillos se escuchan los susurros de los estudiantes. Muchos critican la situación de su alma mater y la comparan con lo que atraviesa el país en la actualidad. Hacen referencia a que la UCV es un reflejo pequeño de Venezuela.

“Yo creo que la universidad es un reflejo del país que tenemos ahorita y no solo en la parte mala. Creo que nosotros hemos aprendido a adaptarnos a todas las circunstancias adversas que se nos presentan, hemos aprendido a continuar (…) hay que remarcar que todavía hay personas que seguimos trabajando por recuperar lo que queremos”, reiteró Correa.

El cambió es inevitable

Pasan los años y quienes estudiaron en la UCV esperan que su enorme legado continúe de la misma manera que 20 años atrás. La universidad construida por Carlos Raúl Villanueva es un patrimonio olvidado, pero los profesores mantienen el pie de lucha para seguir formando jóvenes, para construir el país y no destruirlo.

“Desde que me gradué, mi amada UCV ha cambiado, está duramente golpeada como lo están las universidades públicas en general y el país. Veo que se ha venido a menos, pero también la veo luchando por mantenerse y espero que entre esos profesores que siguen dando la pelea y el espíritu de los estudiantes no se pierda la universidad”, expresó Milagros Pinto, con nostalgia de lo que fue su alma mater.

Agregó que sin duda la calidad educativa se mantiene en el tiempo, a pesar de percibir bajos salarios los docentes mantienen su vocación incansable para dar los conocimientos necesarios a la siguiente generación.

La UCV no solo se trata de sus paredes y sus salones, se trata de esa lucha por vencer las sombras de la ignorancia. En los últimos años los diferentes representantes estudiantiles de las diversas escuelas y facultades han denunciado el estado de la casa de estudio. Sin embargo, con la poca respuesta de las autoridades la situación empeora cada vez más: los baños de las facultades se encuentran en condiciones insalubres, las puertas de los cubículos están en el piso, algunos inodoros con bolsas encima para que no sean utilizados, los lavamanos sin tuberías producto de los constantes robos; la universidad cambió ante los ojos de la sociedad y tiene poca esperanza de su recuperación.

Con Información de El Nacional.

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