Llegar temprano al primer turno para recibir diálisis equivale a levantarse de madrugada, preparar un desayuno lo más nutritivo posible y buscar el transporte para intentar llegar a las 6:30 am al centro de salud, donde el paciente renal recibirá el tratamiento, el cual se realiza a través de una máquina o riñón artificial, la única posibilidad que le permite seguir vivo.
Estos aparatos funcionan con agua, que debería ser filtrada para limpiar la sangre del organismo y volverla a introducir en el torrente sanguíneo del paciente. En el estado Lara, las fallas constantes en el servicio de agua han afectado a las siete unidades de diálisis de la región durante el año 2018.
Esta semana los pacientes del primer turno de la Unidad de Diálisis Barquisimeto volvieron a recibir un tratamiento a medias, porque cuando ya estaban conectados a las máquinas, el centro se quedó sin agua y, en consecuencia, las máquinas colapsaron.
El sonido de los aparatos es ensordecedor cuando se paraliza el tratamiento, porque produce una alarma de alerta para que las enfermeras y el personal médico a cargo puedan resolver al instante la falla. El problema es que sin agua, no hay nada que puedan hacer.
Las enfermeras tienen que revertir el proceso: hacer que la sangre vuelva al torrente sanguíneo del paciente de forma manual.
La situación se repite casi a diario en las siete unidades de diálisis del estado Lara. Un paciente reveló que el jueves pasado la falla duró 20 minutos, el sábado 1 hora y hoy martes, 40 minutos. Esta situación obliga a reducir el tiempo requerido de diálisis para cada paciente, lo que impide que reciban el tratamiento adecuado que les garantice su vida.
La diálisis, salvo excepciones, debe realizarse tres veces a la semana, a razón de cuatro horas por día. Sin embargo, durante el año 2018, los enfermos han recibido en promedio solo dos horas, debido a las constantes fallas, tanto de agua como de insumos que se requieren en este proceso.
Déficit de material
En la Unidad de Diálisis Barquisimeto, los familiares denunciaron que hay un déficit de los concentrados, soluciones, gasas, guantes, inyectadoras y macrogoteros (dialikit) que necesita cada paciente renal antes y durante su tiempo conectado a la máquina.
Estos kits los entregaba el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss), pero en los últimos 18 meses la intermitencia en la dotación ha sido la constante.
Los pacientes renales sufren de anemia, por eso deben tomar eritropoyetina, 12 al mes. El Ivss entrega cuatro -cuando llega- y el resto la deben comprar en 1.000 bolívares soberanos cada una, en promedio.
“Las ampollas de hierro están costando 1.500 bolívares y mínimo necesitamos 10 ampollas. Tampoco hay ácido fólico, proteinex o enterex renal. Todo esto sumado a un gasto mensual de al menos 7.000 bolívares en exámenes de laboratorio, porque ninguno de los públicos funciona”, dijo uno de los pacientes.
Las autoridades de salud permanecen en silencio ante esta situación. que denuncian semana a semana los pacientes renales, quienes ni siquiera pueden salir a protestar porque se encuentran muy débiles de salud.
Con información de El Pitazo