No es tarifa oficial, obviamente, pero la mezcla entre la escasez de gasolina y la cuarentena social a causa del ataque del coronavirus, ha logrado un pase radical de página en Venezuela: de costar nada, ahora el llenado de un tanque promedio vehicular de gasolina cuesta más caro que en cualquier parte del mundo.

En Táchira, estado fronterizo con Colombia y condenado a racionamientos de gasolina desde hace casi 20 años, la noche de este lunes 30 de marzo se conocía de ventas por litro de gasolina que alcanzaban los 8.000 pesos, unos 2,5 dólares, repetimos, por cada litro de combustible.

En sitios más moderados, los 20 litros, una pimpina promedio, estaba costando unos 130.000 pesos colombianos (6.500 el litro)

Esto quiere decir que un tanque de un carro sedán, con capacidad de unos 50 litros de gasolina, pudiera abastecerse con 260.000 pesos, equivalentes a unos 82 dólares, es decir, al menos dos veces más de lo que cuesta llenar un tanque en Estados Unidos.

En Caracas, donde apenas hace unos meses comenzaron a verse largas colas debido a que el cuestionado gobierno de Nicolás Maduro siempre evitó problemas en la capital, el mercado negro de la gasolina ya comienza a solidificar como en el interior del país a sus mafias y a sus «capos».

La mañana del martes 31 de marzo era un secreto a voces que si no se quiere pasar el día en una cola, se pudiera ir a tal o cual estación y «bájese de la mula al menos con 20 dólares». No se garantiza la cantidad de litros que le puedan suministrar.

El colapso, por escasez y por especulación al detal, es un proceso en pleno desarrollo, pero los costos son mucho mayores si se miden en términos de riesgos y salud, justo cuando Venezuela «alumbra» en el radar de las preocupaciones del mundo por la vulnerabilidad de su población frente al embate del coronavirus.

Mientras la encuesta que a diario publica el equipo de expertos que colabora con el presidente interino Juan Guaidó, advierte que el acceso general a los combustibles está por debajo del 1 por ciento; no se conoce de planes efectivos que garanticen la movilidad de comida para una población que está económicamente arruinada y en lo fáctico obligada a romper la cuarentena para salir a buscar sustento.

En medio de la precaria distribución de gasolina, surgen denuncias del cómo ni siquiera se respetan las prioridades de abastecimiento para los trabajadores de la salud, e incluso grupos de pacientes crónicos, como los enfermos renales, exigen atención prioritaria para desplazarse a diálisis, sin que en cualquiera de los casos se responda pronta y efectivamente.

Esto, como se ha reportado, está en desarrollo, y colmando de mayores angustias a una población que no sabe cuánto tiempo más deberá estar confinada, cuánto tiempo pasará hasta que en el mercado de alimentos se agoten los inventarios, y cuánto tiempo pasará hasta que no haya precio que pagar por la gasolina porque,o se acabó del todo, o se la absorbieron plenamente las mafias.

Con información de Caraota Digital

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