Desde que el pasado 7 de marzo, cuando un apagón masivo dejó a 18 estados del país por al menos cuatro días sin servicio eléctrico,  esta realidad se hizo más evidente.

En Valencia, en un edificio ubicado en la urbanización Prebo, al norte de la ciudad, viven 54 familias donde todos los días se les va la luz, y en algunos casos sobrepasan las 24 horas.

La ausencia de gas para cocinar, el cual no llega desde hace un mes, hace que esta comunidad tomara la decisión de cocinar a la leña en el jardín. Muchos de estos vecinos, como Raquel Pantoja se negaban a preparar la comida de esa forma. Sin embargo, el no haber desayunado, ni almorzado, la llevó a tomar la decisión. En especial, cuando tiene un esposo con cáncer que debe seguir una dieta estricta.

Como pudo tomó ollas, sartenes, tenedores, cuchillos y los alimentos para preparar algo sencillo, una tortilla con arroz. En las áreas verdes del edificio se encontraban varios vecinos. Unos preparaban un sancocho a la leña y otros en una vieja parrillera una especie de estofado.

Para Pantoja no fue una experiencia agradable, ni desagradable. “Esto no es lo que uno debe hacer porque se supone que debe haber gas. El primer día es agradable porque es algo nuevo, pero es denigrante cuando lo haces todos los días”.

Para la ama de casa, la culpa de la situación es de Nicolás Maduro. A su juicio, no es justo que todos los vecinos tengan que colocarse en fila para cocinar. “Es insólito que ahora tengamos que organizarnos para preparar la comida”.

El hambre prima

En efecto, cuando es la una de la tarde ya hay alrededor de 10 vecinos de distintas edades esperando con sus utensilios para preparar el almuerzo. Hay personas de la tercera edad y menores.

Raquel jamás pensó que tendría que pasar por una situación así en el país. Pero, en los últimos cinco años, ha percibido la decadencia en la calidad de vida. No es la única que lo ve así. Leonor Abreu es la hermana menor de la conserje. Es estudiante de cocina y se encuentra en el otro fogón preparando más comida. Vive unos días en la conserjería y otros en un galpón. Para ella es horrible la situación actual.

“Tu vida diaria cambia y hay que reinventarse para subsistir. En alguna oportunidad me he tenido que bañar con agua del botellón y reciclarla para bajar las pocetas”, dijo Abreu.

El panorama se ensombrece

Cada apagón representa una nueva etapa de frustración para los venezolanos. Con el primero de ellos, Leonor seguía firme ante las adversidades. Sin embargo, con el segundo, no tenía ni agua ni gas, así que comenzó a evaluar la posibilidad de migrar a Colombia.

Jamás pensó que la crisis venezolana la llevaría a tomar decisiones como cocinar en el jardín del edificio, el cual se ve sucio y abandonado.

“La gente me dice que me prepare para lo peor, pero ¿Qué es lo peor?”. Pantoja, por su parte, tampoco sabe que puede pasar, pero está segura en que vienen cosas más difíciles. “Nosotros no hemos tocado fondo, aunque pareciese que lo hicimos, cada día el gobierno nos sorprende”.

Con cada apagón más y más venezolanos se ven obligados a hacer a un lado sus comodidades.

Con información de El Estimulo

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