Cuando empezamos a transitar el camino del Revocatorio, advertimos que estábamos en presencia de una carrera de largo aliento, en la que debíamos administrar muy bien las fuerzas, tal como lo hacen los corredores de maratones.
Ya hemos avanzado unos kilómetros y estamos más cerca de la meta, pero nos sigue faltando un trecho, y por eso dentro de poco iniciaremos una gira nacional para organizar a nuestro pueblo para la etapa donde debemos recoger el 20% de manifestaciones de voluntad.
Nuestro pueblo tiene que estar listo para este nuevo reto. Sabemos que una vez más no nos la pondrán fácil, más cuando en esta próxima etapa estamos seguros de que serán mucho más de 4 millones de manifestaciones de voluntad las que se materialicen, como evidencia del nefasto y corrupto gobierno de Nicolás Maduro.
En esta nueva etapa, sólo habrá que colocar la huella y no cabe una nueva validación. Maduro le tiene mucho miedo a este proceso, por eso son todas las trabas que han puesto, sabe que su ínfima popularidad se pondrá de manifiesto, más cuando conoce que el 80% del país quiere cambio y que el sentimiento popular es que con Maduro no hay futuro. Estamos seguros de que esta será una nueva derrota para el gobierno.
El gobierno solo ha recibido derrotas en las últimas semanas. En la OEA tuvieron una derrota tras la votación para abrir debate sobre la situación de Venezuela, votando 20 países a favor de la discusión. El proceso de exclusión de firmas que se inventaron fue un total fracaso, sólo un 0,4%. En el proceso de validación, pese a todos los obstáculos que nos pusieron, los venezolanos salimos a validar sin miedo y doblamos la cifra que se requería y un número igual o mayor quedó en cola para validar, por la operación morrocoy que implemetaron las cuatro señoras del CNE. Y para rematar, Maduro pretendió meterse en el proceso electoral español y Pablo Iglesias salió con las tablas en la cabeza.
Estas derrotas los han llevado a dar declaraciones producto de la desesperación, pero son los mismos que decían que el 6 de diciembre ganarían como sea. Lo único que buscan es desesperanzar a nuestro pueblo, pero los venezolanos los conocemos bien.
Es absurdo que pretendan ahora tomarse tiempo para dar respuesta del 20% cuando ya hace días que concluyó la validación del 1%. La norma habla de lapsos y no de términos, lo que significa que si el proceso terminó el primer día, deben dar respuestas inmediatas, pero como ya estamos acostumbrados a que las señoras del CNE permanentemente violen el reglamento que rige el Referendo, a que frecuentemente improvisen medidas sobrevenidas, nos tocará nuevamente exigir con firmeza nuestro derecho consagrado en el artículo 72 de la Constitución.
De seguro este debe ser el único Poder Electoral del mundo que lejos de facilitar las garantías y promover su ejecución simplemente las obstruye. Nos toca recordarle a Maduro y las cuatro señoras del CNE, que el Revocatorio le pertenece al pueblo y que se realizará este año como indican las normas.
Y es que pese a las brazadas de ahogados de los voceros de gobierno, nuestro pueblo ya tomó una decisión y cuando un pueblo se une y se organiza se convierte en una fuerza invencible. Los enchufados lo saben y tienen pesadillas con la idea de tener que medirse en cualquier comicio. ¡Cómo han cambiado las cosas!, quienes antes hablaban de democracia participativa y protagónica, hoy no quieren elecciones, porque perdieron la conexión con el pueblo.
Nos parece temerario que el gobierno siga poniendo trabas a la consulta electoral, que constituye la solución pacífica y constitucional de la crisis que vive nuestra Venezuela. La presión en la calle bajó cuando empezó el proceso de recolección de firmas, porque la gente puso su esperanza en este proceso. Poner obstáculos al Revocatorio es echarle gasolina a la candela, nuestro pueblo venezolano es noble, pero se le está agotando la paciencia. La conflictividad social está a punto de ebullición y lo único que puede mantener el agua dentro de la olla es la esperanza de revocar la inflación, la escasez de alimentos y medicinas, la violencia.
No es justo que en un país donde ingresaron tantos recursos, los venezolanos no consigan cómo curar sus enfermedades y que la operatividad de los hospitales sea de apenas 5%, por la falta de insumos médicos quirúrgicos, medicinas, el deterioro de equipos e infraestructura y las fallas en los servicios públicos. A pesar de todo el dramático cuadro, Maduro y su camarilla sigue sin aceptar la ayuda humanitaria, aunque saben que el número de pequeños que muere en hospitales por falta de atención y medicamentos ha subido drásticamente en los últimos meses.
¿Cómo es posible que producto de la crisis, el almuerzo de muchos venezolanos haya pasado a ser mango asado? Eso le parte el alma a cualquiera. Como también duele profundamente que nuestros niños se desmayen en las escuelas porque están pasando hambre y que por eso la asistencia a clase haya bajado en por lo menos 50%. Eso es inaceptable.
La canasta alimentaria subió en el mes de mayo a 260.768,68 bolívares, lo que representa un incremento de 608,6%, si se compara con lo que debía pagarse en mayo de 2015, cuando la canasta básica costaba 42.846,91 bolívares. Un trabajador que gane sueldo mínimo tardaría 16 meses en poder costear la canasta alimentaria. Es prácticamente imposible alimentarse bien con estas cifras.
Por si fuera poco, en los últimos 20 años, más de 200.000 empresas han cerrado en el país ¿Cuántos trabajadores se han visto afectados? A la gente no le alcanza el dinero, hay personas que tienen hasta tres empleos y tampoco pueden cubrir sus gastos, la inflación acumulada -según cifras no oficiales, porque el BCV la mantiene escondida-, está por el orden del 200% y probablemente cierre el año en 600%, y el gobierno sigue sin tomar medidas, a sabiendas de que la inflación es el cáncer de la economía.
Lamentablemente, los sueldos de nuestros trabajadores suben por la escalera, mientras que la inflación lo hace por el ascensor. El salario más bajo después de Cuba, en todo el continente, es el de los trabajadores venezolanos. Esa es la realidad que queremos cambiar.
No necesitamos más presión social, sino que se alivie la crisis con una elección, porque cuando el venezolano sabe que tiene en el horizonte una solución electoral tiene esperanza. Cerrar la solución democrática y constitucional es hacer crecer la incertidumbre. Si se deja al país en incertidumbre puede pasar cualquier cosa.
Los venezolanos debemos reflexionar sobre la lucha que estamos dando hoy en día. Especialmente cuando esta semana celebramos una fecha muy importante en nuestra historia, ya que este próximo martes 5 de Julio, se cumplen 205 años de la firma del Acta de Independencia, hecho que constituyó un antes y un después en el largo proceso de luchas que sembraron deseos de emancipación en nuestra Venezuela y todo el continente. El significado de este día nos debe dar más fuerzas para avanzar hacia un país distinto, con futuro. Un país donde la falta de alimentos y medicinas sea cosa del pasado.
Soñemos en grande porque cada vez nos acercamos más a la luz al final del túnel. ¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela!