Gregorio Hernández, coordinador de la Asociación de Trabajadores Emprendedores y Microempresarios (Atraem) expresó que hay una fuerte disminución de la clientela en los salones de belleza pegó fuerte al sector, factor al que se suman la inflación y la escasez en los productos de belleza.
«Hace seis meses un estilista atendía 10 personas diarias y ahora llega a dos», precisó, al tiempo que relató que el alquiler de las sillas se elevó significativamente, de cinco a diez mil bolívares semanal, por lo que muchos profesionales del oficio han tenido que renunciar y hacer su trabajo por su propia cuenta.
Sumado a esto los productos de belleza también han incrementado su costo. Una cera que en noviembre de 2015 costaba Bs. 700, subió a Bs. 3.000; mientras que la laca pasó de Bs. 1.200 a Bs. 3.000.
«Aquí nos vemos afectados nosotros y los clientes, tenemos que aumentar aunque no querríamos; casos como las manicuristas ya no pueden prestar el servicio por los altos costos, un servicio de uñas acrílicas está en Bs. 4 mil2».
El vocero de Atraem acotó que el gremio ha perdido calidad de vida, ya que se va el dinero solo en pagar costos “con muy poca ganancia”. “Un decolorante está en Bs. 25 mil cuando antes estaba en Bs. 7 mil; con estos precios se ha vuelto casi que prohibitivo en Venezuela acudir a un salón de belleza y hacerse lo que llaman un cariñito”, acotó.
Calificó como error que el Gobierno nacional califique los gastos en estética y belleza como algo no importante o superfluo, cuando en opinión de expertos la presencia y pulcritud están asociados al estado de ánimo de la persona. «El venezolano ante la escasez y el no poder arreglarse ha entrado en un estado de depresión, algo que se refleja en los rostros cuando se sale a la calle. Una mujer que no puede pintarse su cabello o las uñas se siente triste y rinde menos en sus labores».
Luis Olmos, barbero, relató cómo en los últimos meses ha perdido clientes llegando, incluso, a tener que trabajar desde su casa ya que no puede cubrir el costo del alquiler de una silla en el salón de belleza.
«No se consiguen hojillas y si las encuentras están en Bs. 120 siendo de mala calidad; ahora me toca pagar 40 mil mensual solo por alquiler, algo que está fuera de mi alcance. Muchos hemos tenido que abandonar o trabajar por porcentaje, con un corte a 1.200 bolívares de broma se puede sobrevivir», concluyó.
FUENTE: 2001