La odisea de ingresar a la emergencia de un hospital público en Caracas es solo el principio. Tal como la épica, los pacientes deben sortear las dificultades de un sistema de salud colapsado para al final regresar a casa ya curados. Pero entre la enfermedad y la cura se interponen las fallas en el suministro de luz y agua, la falta de personal, el deterioro de los equipos, los daños a la infraestructura, la proliferación de bacterias y la escasez de medicamentos y material médico-quirúrgico.
El primer boletín de la Encuesta Nacional de Hospitales 2018 (ENH), divulgado en marzo de ese mismo año, alertó sobre la restringida operatividad de los hospitales del sector público. Para entonces, el estudio realizado por la organización Médicos por la Salud reportó que 20 % de los 104 centros de salud monitoreados denunció que sus quirófanos estaban inoperativos, mientras que 78 % dijo padecer fallas intermitentes que afectan su funcionamiento.
Según médicos, personal de salud, pacientes y sus familiares, las irregularidades en las diversas áreas de los hospitales de Caracas han prolongado la estancia en la sala de urgencias y en las camas de hospitalización.
“En el área de triaje (clasificación de los pacientes) los pueden dejar en la silla y ahí pueden pasar entre cuatro y seis días”, expresa un trabajador del Hospital Universitario de Caracas.
Solo dos quirófanos funcionan en el Clínico. De siete quirófanos, solo hay dos operativos en el J.M. de los Ríos. El único que hay en el área de emergencia del Pérez Carreño permanece cerrado, por lo que deben subir a los pacientes al cuarto piso, donde hay siete quirófanos. La Maternidad Concepción Palacios cuenta con solo tres quirófanos activos, al igual que el Domingo Luciani, donde los principales están en remodelación.
“Solamente tenemos tres quirófanos operativos en un área donde no funciona a veces el aire acondicionado, cuando debería estar al máximo para evitar la contaminación y proliferación bacteriana”, comenta un residente del hospital ubicado en El Llanito.
Para algunos, su paso por la emergencia es solo el inicio. La angustia permanece con el transcurrir de los días a la espera de una intervención quirúrgica.
En uno de los pisos de hospitalización del Domingo Luciani hay un cuarto lleno de niños. Todos pasaron por la emergencia y ahora deben ser operados. A diario sus familiares tienen que bajar por las escaleras para cargar agua, en el sótano del hospital, y volver a subir.
Sin agua
Esa realidad también se vive en otros centros de la red de salud pública. Uno de ellos es el Clínico Universitario, donde los pacientes y familiares deben buscar agua por sí mismos. Según el segundo boletín de la ENH, divulgado en noviembre de 2018, 70 % de un total de 40 hospitales monitoreados reportó haber sufrido interrupciones en el suministro de agua durante el período de evaluación (del 10 y al 16 de noviembre).
La intermitencia del servicio ha obligado a los familiares que comparten el cuarto del Domingo Luciani —sin aire y con poca luz— a acumular decenas de botellas plásticas llenas de agua para poder asear a los niños y mantener la limpieza del espacio.
Servicios a medias
Las deficiencias en los servicios, junto a la falta de personal y de medicamentos, a diario retrasan e impiden tratamientos oportunos para los pacientes de los hospitales. Las deficiencias en los laboratorios y otros servicios también obstaculizan el camino que recorren los pacientes antes de poder curarse.
En el Domingo Luciani no se realizan biopsias debido al cierre del servicio de Anatomía Patológica del hospital. Los equipos para realizar endoscopias están restringidos a estrictas emergencias. El laboratorio tampoco está activo. “En un año y medio el laboratorio solo ha funcionado por dos meses para hacer las hematologías”, cuenta un residente del centro de salud.
Con información de Efecto Cocuyo