Muerte, hambre, desnutrición, escasez, hiperinflación, corrupción, crisis, colapso, apagón, protesta, impunidad, crisis humanitaria, violación de los derechos humanos, fraude, tragedia, drama, no alcanza. Esto es lo que más se escucha en las conversaciones de los venezolanos, ciertamente acompañadas por unos cuantos epítetos utilizados para calificar a quienes son responsables de esta dramática situación que estamos viviendo.
La magnitud de la crisis es tal que prácticamente amerita un vocabulario especial. No creo que exista un país en la historia del mundo que sin estar en guerra o atravesando por un desastre natural, haya vivido una situación similar a la que sufre Venezuela y mucho menos por un tiempo tan prolongado.
El oficialismo está buscando batir todos los récords negativos que existen. Somos uno de los países más violentos, más infelices, estamos aumentando los niveles de pobreza, de desnutrición, regresaron enfermedades que habían sido erradicadas y el éxodo se ha convertido en un fenómeno masivo. Hay estados donde la novedad no es que se vaya la luz sino que regrese y ya se habla de venezolanos que pierden la vida porque la falta de electricidad impidió que recibieran atención oportuna de salud. ¡Esto es indignante, imperdonable y criminal!
Hoy somos parte del exclusivo club de la hiperinflación, en el que sólo se reportan 58 casos en la historia. Y ese “honor” también se lo debemos a quienes están en el Gobierno. Un manejo desordenado de la economía, la emisión de dinero sin respaldo, el gasto apresurado del ingreso antes de que su valor se deteriore, son denominadores comunes en los países que han sufrido de este fenómeno.
La hiperinflación se da cuando la inflación mensual supera el 50%. Y en Venezuela, sólo en febrero la inflación escaló a 80%; en los primeros dos meses de este año suma 231%, y si seguimos por este camino, podemos cerrar el año con la increíble cifra de ¡150.000% de inflación! Esto no es cuento, llegar a esa cifra es completamente posible si Maduro sigue más años en el poder con sus fracasadas políticas. El pueblo sabe y siente todos los días estas cifras. El salario de un mes se acaba en un día y no alcanza para comprar ni dos huevos diarios.
Con lo que hoy se adquieren dos productos, mañana se compra uno; y peor aún, los aumentos de precios son tan bruscos que ciertas mercancías se venden por ración y hasta por cucharadas.
En el caso de las medicinas ya hay farmacias que venden medicamentos detallados en lugar de una caja. Lo peor es que no alcanza un salario para comprarlo. En algunos casos, el salario mínimo no alcanza ni para comprar una pastilla.
Una vecina de Petare, me contó esta semana que para comprarle a su papá, un señor de 80 años, 10 días de tratamiento para la tiroides, le pidieron más de un millón de bolívares. Si suma su salario y la pensión de su padre, lo medica 10 días, pero se mueren de hambre. Y los responsables quieren 6 años más en el poder. Parece que se regodearan en el sufrimiento de nuestro pueblo.
Los venezolanos estamos viviendo una pesadilla y este nivel de deterioro es responsabilidad exclusiva de Maduro y sus expertos en destrucción.
La suma de problemas que estamos viviendo es perversa y producto de un intento deliberado de generar pobreza para procurar la dominación. Por eso para romper con este círculo tenemos que lograr un cambio político que nos permita crear las condiciones para hacer posible un proceso de estabilización económica que detenga la hiperinflación.
Salir de esta crisis es posible pero no ocurrirá con ellos en el poder. Maduro no ha querido hacer nada, tuvo la oportunidad de rectificar cientos de veces y aún así prefirió profundizar un modelo fracasado.
Se requiere voluntad, capacidad y valentía para asumir el reto de conducir a Venezuela por un camino de recuperación. Hace años señalamos esa ruta y hoy respaldamos, una vez más, los planteamientos de los miembros de nuestra Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional.
Hay que acabar con los controles, comenzando con el cambiario. Cualquier área en la que se coloca una camisa de fuerza genera distorsiones que terminan empeorando la situación. Los límites en las ventas generaron más escasez, los productos controlados dispararon los precios, el control de cambio sólo puso en el subsuelo nuestra moneda, en la que ya nadie confía.
Por eso reitero que suscribo la propuesta de nuestro diputado José Guerra, de eliminar el bolívar fuerte para sustituirlo por otra moneda nacional.
Hay que devolverle el poder adquisitivo al venezolano y darle oportunidades de empleo, para lo que es necesario reactivar el aparato productivo y las exportaciones. Pero esto no es posible si no pagamos la deuda y recuperamos la posibilidad de financiar nuestra industria y de atraer la inversión privada para recuperar la producción petrolera, que no se detiene en su caída. Además hay que ponerle fin al deterioro del sector eléctrico; es imposible producir en un país sin energía.
Los venezolanos están claros, sus testimonios son reveladores y es por eso que el gobierno no quiere elecciones libres y democráticas. Saben que el cambio llegará cuando los venezolanos puedan elegir de verdad, con todas las garantías democráticas, entre este presente oscuro y el país de progreso con el que soñamos.
Mientras lees estas líneas nuestros niños lloran de hambre, cientos de venezolanos buscan en la basura algo para comer o se despiden de sus seres queridos para buscar oportunidades más allá de nuestras fronteras. Mientras lees estas líneas seguro varias comunidades están sin luz y sin agua pero está en nuestras manos revertir esta situación.
Los venezolanos no queremos vivir en este desastre. Venezuela nos pertenece y podremos rescatarla, movilizados, organizados y unidos. Debemos seguir luchando juntos, en cada casa, en cada comunidad, para recuperar las garantías que nos permitan volver a elegir.
Nuestro pueblo les grita a diario que se vayan para que Venezuela pueda salir adelante y no se detendrá porque su vida depende de ello.
Mi fe en nuestra Venezuela, en sus hombres y sus mujeres se renueva a diario. Hoy, a pocos días de la Semana Mayor, le pido a Dios que nos ilumine en el camino y nos dé la comprensión, la paciencia y la sabiduría para enfrentar con humildad, pero también con firmeza, el gran reto que tenemos por delante los venezolanos.
¡Que Dios bendiga a nuestra Venezuela!