Días, semanas e incluso meses pueden pasar los venezolanos sin ver salir agua del grifo en sus hogares, una situación que, según los que han analizado el tema, es resultado de la falta de inversión y mantenimiento en la infraestructura del sistema hídrico de un país al que, por donde se mire, se le nota la crisis.
Los venezolanos, sumergidos en problemas económicos y políticos, también deben enfrentar a diario los conflictos sociales que terminan, casi siempre, degenerando en pequeñas protestas; muchas de ellas protagonizadas por ciudadanos que demandan agua a la estatal Hidrocapital, encargada de su suministro en el país.
Esta situación, que no distingue clases sociales, lleva a algunos a tener que buscar agua en cuencas y a otros pocos a pagar camiones cisternas, cuyo precio ronda los 30 millones de bolívares (375 dólares al cambio oficial), casi doce veces más de lo que equivale el sueldo mínimo, 2.555.500 bolívares (32 dólares).
Hay un deterioro progresivo en los sistemas de agua por falta de reparación y de mantenimiento preventivo en tuberías e instalaciones de almacenamiento, demostrando las produnfas incapacidades de este gobierno para garantizar el suministro de tan importante recurso vital.
Con información de La Patilla