Juan Acosta en los últimos años comenzó a agregar unas palabras a su tradicional discurso para los graduandos del Instituto Pedagógico de Caracas (IPC): “Ahora pido a estos maestros que no se vayan del país porque los necesitamos para desarrollar Venezuela”.

Él, como director decano del IPC, uno de los ocho núcleos de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), ha visto marchar a sus estudiantes sin poder hacer mucho, aunque lo intenta.

Alarmado cuenta que a principios de 2019 el instituto contaba con aproximadamente 7.000 alumnos, cuando hicieron la revisión de la matrícula en julio quedaban 3.200: “La mayoría de ellos dijo que son un trabajador-estudiante, pero que ahora tienen que dedicarse solo a trabajar”.

El rector de la UPEL, Raúl López Sayago, trata de “vender esperanzas” a esos jóvenes, de que “a lo mejor van a tener un país diferente, con oportunidades”. Pero en los últimos años no han podido detener la caída de la matrícula. Se le iluminan los ojos al decir que en 2009 la universidad tenía 100.000 estudiantes de Educación en pregrado, hoy son un poco más de 44.000.

En el salón de Carlos Lugo, jefe de la cátedra de Ecología en el IPC, la clase transcurre con solo nueve estudiantes. Él todavía recuerda cuando hace siete años dictaba esa misma clase de Descomposición a 20 alumnos. “En 2017 en mi cátedra ingresaron 75 jóvenes, de ese grupo, quedan 9. En 2018 fueron 50, quedan 8”, lamenta.

Acosta señala que es frecuente que los estudiantes asistan a su despacho y digan que no se quieren ir, que quieren conservar el cupo, pero deben ir a trabajar. Una beca no es garantía de prosecución académica, son apenas 75.000 bolívares. La opción de horario nocturno se perdió por problemas de transporte e inseguridad. Lo que les recomienda es que inscriban la menor carga académica.

Cada vez menos inscritos

Los ingresos de alumnos también son menores. El profesor Robert Rodríguez, jefe de la cátedra de Sociología del IPC, sostiene una carpeta con los horarios. Al lado tiene la lista de jóvenes que ingresaron en diciembre.

En el caso de Lenguas Extranjeras, en 2018, tuvieron un ingreso de tres secciones de 60 estudiantes, en la actualidad queda una sección.

La UPEL tiene una tabla comparativa entre 2014 y 2018 de la matrícula de pregrado por especialidades: entre las más afectadas se encuentran Física, Química, Biología, Informática, Geografía e Historia, Castellano, Inicial, Primaria.

Por ejemplo, en 2014 tuvieron 1.638 estudiantes de Física, en 2018 unos 471. En Matemáticas eran 4.434 en 2014, ya para 2018 quedaban 1.761.

“Estudiar no es definitivamente atractivo. Y estoy observando que Educación está entre los menos atractivos”, dice Rodríguez. Desde hace cinco años no reciben un gran contingente de estudiantes: “Lo que está en el mercado es lo que existe. Tuvimos ingresos importantes de mínimo una sección. Ahora no. En todas las universidades que forman docentes hay una caída vertiginosa de la matrícula”.

Para sobrellevar la situación, la UPEL ha hecho algunas consideraciones con respecto a la asistencia del personal y estudiantes. “Muchas personas no pueden venir todos los días por la falta de transporte, por aspectos asociados la crisis humanitaria. Entonces se rotan el trabajo para dejar de asistir dos días a la semana”, explica López Sayago.

Egresar y apostillar el título

López Sayago cuenta que son “rumas y rumas” de documentos que debe firmar para trámites en el exterior. “Yo nunca había firmado tantas notas certificadas y documentos para irse al extranjero como en los últimos cuatro años. Firmo más certificaciones para irse del país que títulos”.

En Venezuela, quienes sí logran obtener la licenciatura en Educación, en su mayoría preparara sus documentos para emigrar. Rodríguez indica que 90 % de los egresados tienen la expectativa de irse del país ante la emergencia humanitaria que se viven en Venezuela.

Un maestro percibe menos de 10 dólares al mes, no tiene seguridad social ni póliza de salud. Las federaciones no descartan una huelga general en medio de la escalada del conflicto que se inició en septiembre.

López Sayago, hasta octubre de 2019, había firmado 6.891 documentos para trámites en el exterior: profesores egresados en Biología, Castellano, Preescolar, Integral, Inglés, Matemáticas, Dificultades para el Aprendizaje, Educación Física, Geografía e Historia, fueron los que pidieron más notas certificadas.

“Nos estamos quedando sin docentes calificados”, dice Rodríguez. En las escuelas se suspenden clases porque no tienen maestros o son los padres y representantes quienes ocupan las vacantes. En los planteles de Fe y Alegría, ya son 120 las mamás que están en aula.

López dice que pueden preparar al personal que se necesita en las escuelas. Según datos de la Unidad Democrática del Sector Educativo en 2015 eran más de 500.000 maestros titulados en el país, quedan un poco más de la mitad.

Ni en ciencias ni maestros de Educación Integral. La UPEL pasó de graduar a 15.540 maestros y profesores en 2015 a otorgar el título a 4.755 en 2018.

En el caso de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela, el año pasado egresó a 45 maestros en Educación Básica, Recursos Humanos y Diseños de Gestión de Proyecto Educativo. En el componente docente, apenas fueron cinco en Artes, uno en Historia, Biología, Química y Filosofía.

El jefe de Control de Estudios de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV, Pedro Coronado, cuenta que recuerda actos de grados en que Educación ocupaba gran parte del auditorio. En 2011, por ejemplo, en uno de los dos actos de grado, egresaron 160.

La UCAB, en Caracas, tiene un promedio de 100 egresados anuales en sus diferentes menciones. “Nuestra Escuela de Educación representa históricamente el 1 % del total de matrícula estudiantil y egresados en la carrera de toda Venezuela”, puntualizó Calatrava.

Con información de Crónica Uno.

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