“La mayoría de los vecinos ya le tiene miedo a la policía cuando se mete al barrio porque siempre hay tiros y a quienes ellos buscan no los consiguen, porque se van del barrio. La zozobra nos queda a nosotros que tenemos a nuestros hijos en la cancha o haciendo un mandado”.
Martha —nombre ficticio por medidas de seguridad— vive en la parte alta del Cementerio, que colinda con la Cota 905. Ambas zonas, y también en El Valle que es otro sector cercano, son controladas por líderes de una megabanda que se formó en el oeste de Caracas.
“Ellos [para referirse a los delincuentes] pasan gritando ‘¡metan a los menores, metan a los menores!’ cuando viene la policía, porque no quieren que nadie del barrio salga herido. Ya uno se ha acostumbrado a esta situación, pero las bandas no se meten con la gente del barrio, le tenemos más miedo a la policía porque matan o golpean a inocentes”.
Según el abogado criminalista Fermín Mármol García, una megabanda está compuesta por un mínimo de 50 a 80 personas y hasta 150. En su arsenal tienen armas largas, armas cortas, granadas y radio transmisores.
En Venezuela el bloque criminal de megabandas lo componen entre 60.000 y 65.00 personas activamente. Según investigaciones de Mármol García, actualmente 150.000 venezolanos se dedican a distintos delitos en todo el país.
“Las bandas se unieron y conformaron las megabandas que son además una compilación de distintos delitos como secuestros, homicidios, extorsiones, robo de vehículos y tráfico de drogas. Todos sus miembros se dedican a estos delitos violentos”, explicó.
Pero en el oeste también hay otra megabanda: los colectivos armados del 23 de Enero, según el sociólogo Luis Cedeño, director de la Asociación Civil Paz Activa.
A diferencia de las megabandas que operan en la Cota, El Cementerio y El Valle los colectivos armados guardan una ideología política pero el factor común es que tomaron control territorial por la permisividad del Estado y la falta de políticas públicas.
“En Petare hay bandas, que controlan los territorios de sus sectores, pero hasta el momento no se han conformado unas megabandas como las que observamos al oeste de Caracas tanto en el 23 de Enero como en la Cota 905, El Cementerio y El Valle”, agregó.
El plan de Pacificación, que consistía en darle ayudas sociales a las personas de los sectores populares a cambio de que entregaran las armas, dio pie para que nacieran las zonas de paz.
A su juicio, las megabandas tomaron fuerza por la creación de las zonas de paz, que aunque no fueron anunciadas en gaceta oficial, por fuentes policiales se conoció que el plan piloto inició en los estados como Aragua, Miranda y Guárico, hasta que llegaron a la capital.
“La policía no pudo hacer su trabajo y tampoco pudieron cumplir con su deber, no pudieron avanzar ni desarticular a las bandas. Ahora esas megabandas quedaron como intocables y además se desmoraliza a la institución”, expresó Mármol García.
Fuentes policiales contaron que aunque no hay pronunciamiento oficial, ellos saben que no deben ingresar a la Cota, El Cementerio y El Valle. Durante 2016 los vecinos contaron que hubo presencia de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en un comando, pero los delincuentes pasaban sin temor ante ellos, pues se sentían “apadrinados”.
También como parte de una política de “mano blanda” el Estado optó por sentarse con los miembros de las bandas, con la finalidad de disminuir las cifras que aumentaban los enfrentamiento entre bandas, según el sociólogo Luis Cedeño.
“Cuando se dieron cuenta de esa cifra importante y que no podían controlar la criminalidad y tampoco que ellos no se mataran, negociaron con las bandas para que ellos hicieran treguas. El Estado iba a dejarlos tranquilos en esas zonas de paz y les dio ayudas sociales, que posteriormente usaron en vehículos, por ejemplo”.
Niños y mujeres forman parte de megabandas
Según las investigaciones de Paz Activa, los niños y adolescentes son parte esencial de estos grupos delictivos. Los más pequeños son utilizados por los líderes para que transporten drogas, armas o lo que ellos necesiten, bajo la premisa de que pasarán desapercibidos.
Las mujeres ganaron roles importantes: en los secuestros son las retenedoras de las víctimas y las alimentan, posiblemente las escondan en sus casas. Asimismo, manejan el arsenal e incluso se encargan de su traslado.
“Creen que no las van a revisar, quizá porque van con niños y tienen estos roles. No hay megabandas de mujeres, sin embargo hemos investigado bandas de mujeres que se dedican a delitos como la extorsión”.
Con información de Crónica Uno