El pasado 5 de junio, en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, se puso sobre la mesa una resolución sobre nuestra situación y la trágica crisis que vivimos en Venezuela.
Quién revise la votación sabrá que 19 países votaron a favor del pueblo de Venezuela, mientras que sólo 3 países acompañaron al gobierno de Nicolás Maduro y lo que representa. Esos países fueron Bolivia, Dominica, San Vicente y las Granadinas. Además hubo 11 países que se abstuvieron. Sin embargo no podemos quedarnos en el hecho de que la Resolución se aprobara y punto.
¿Qué significa abstenerse en un momento tan crítico como éste? Como si el hambre y la crisis humanitaria fuera un cuento de camino. Como si el infierno que viven nuestros enfermos no les hubiera llegado a sus oídos. Como si esta crisis histórica que estamos viviendo no debiera preocuparles. Como si lo que está sufriendo nuestro país fuera un secreto.
En resumen: abstenerse como si, para ellos, Venezuela no existiera. O como si la crisis no tuviera las dimensiones de una emergencia calificada de crisis humanitaria.
Siendo así, aunque no contemos con la enorme maquinaria comunicacional ni con los recursos que es capaz de mover el gobierno para difundir sus mentiras, creo que nuestra responsabilidad es que cada venezolano conozca y entienda qué fue lo que pasó ahí. Y de igual manera responsablemente nos toca hacerle saber a esas delegaciones cómo puede leerse desde nuestro suelo su decisión de abstenerse.
En especial, me dirijo a los representantes de nuestros hermanos países del Caribe.
Muchos de ustedes vienen de países que han vivido en carne propia las consecuencias de los totalitarismos, los autoritarismos, las dictaduras que marcaron años oscuros en la historia de nuestro continente. Por eso, por conocer esa parte de nuestra historia común, no puedo evitar hacerme preguntas que se me repiten desde que conocí los resultados de la votación.
¿Cuántas vidas perdidas y en riesgo hacen falta para pronunciarse? ¿Cuántas muertes por hambre o por falta de medicamentos necesitan para manifestarse? ¿Cuál es el número de asesinatos causados por una violencia que asesina a nuestros jóvenes o los expulsa al exilio bastarán para despertar la voluntad política necesaria para que ustedes tengan la valentía de pronunciarse?
No caigamos en la trampa retórica de la inherencia que tanto le conviene al gobierno. Estaba claro lo que se solicitaba en el documento: Que los venezolanos queremos verdaderas elecciones limpias y democráticas y hacerle un llamado a los países miembros y observadores de la OEA, para implementar “medidas que estimen convenientes a nivel político, económico y financiero” y así empezar el avance hacia el restablecimiento del orden democrático en Venezuela.
¿Cómo es que ignoraron un llamado tan claro y urgente? Han decidido darle la espalda a una solución pacífica y apoyada internacionalmente, prefiriendo tomar el diplomático camino del olvido o del “voltear para otro lado”: no pronunciarse.
Sé muy bien que no estamos solos. Ahí quedaron en evidencia la voluntad política de Argentina, Bahamas, Barbados, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía. Además de República Dominicana, hasta hace poco aliada del gobierno.
No creo que haya una delegación que tenga tantas pruebas de que el gobierno de Maduro no tiene intenciones de buscarle una solución a la crisis como la de Republica Dominicana. No olvidemos que en su país se intentó sin resultados positivos un acuerdo que permitiera al Pueblo venezolano tener un proceso libre y transparente.
Entonces, también cabe preguntarnos: ¿qué es eso que reconoció la delegación de República Dominicana que no pudieron ver los representantes de El Salvador, San Kist y Nevis, Suriname, Trinidad y Tobago, Antigua y Barbuda, Belice, Grenada, Haití, Ecuador, Uruguay y Nicaragua?
En caso de que a sus gobiernos les parezcan irrelevantes puntos como la restauración del poder legítimo de la Asamblea Nacional o la convocatoria de unas elecciones con garantías y participación de todos los actores políticos, consideren que han decidido abstenerse cuando los efectos de la diáspora venezolana se evidencian en que varios países empiezan a reconocer la existencia de venezolanos en categoría de refugiados. Sumen a eso las alertas sobre emergencias epidemiológicas y el ineficaz control de enfermedades como malaria, difteria y sarampión.
Todos conocemos el comportamiento del gobierno de Nicaragua, uno de los principales aliados del madurismo. Y por eso a muchos nos sorprendió que Nicaragua se haya abstenido, pero todavía me pregunto cómo es que los representantes de países como Ecuador, Haití y El Salvador se permiten el silencio, cuando conocen de cerca las consecuencias históricas de la violencia y las dictaduras.
¿Cómo pueden dar la cara los representantes de Uruguay, quienes tuvieron como presidente a alguien que fue un preso político, torturado durante años en prisiones clandestinas, tal como les pasa hoy en día a nuestros presos políticos?
¿Qué necesitan para terminar de convencerse de que esto que se vive en Venezuela es mucho más que una simple amenaza para la región?
¿Es así como quieren pasar a la historia de la política continental?
¿Los intereses económicos son tan grandes como para pasarle por encima a la dignidad y a la solidaridad que merece Venezuela?
¿Es suficiente un poco de petróleo barato para olvidar todo lo que han vivido sus pueblos, a costa de ignorar lo que vive el mío, lo que vive Venezuela, lo que viven los venezolanos dentro y fuera de nuestras fronteras?
En Miraflores han decidido aislarse internacionalmente. En esta ocasión vieron cómo aquellos que alguna vez le alcahuetearon sus excesos hoy no están a su lado. Y se mantienen fuera del orden constitucional y haciéndole cada vez más daño a la economía y a nuestra Nación.
En la política cuando las gestiones diplomáticas no terminan de generar una solución, es necesario mantener la fuerza y explicarle a nuestras bases y al liderazgo que está en los barrios que nuestra lucha sigue siendo muy compleja y muy desigual, pero es nuestra. Allá afuera cada gobierno defiende sus propios intereses y, en ese ejercicio de la política, a veces olvidan cuánto pueden sufrir los pueblos cuando los ignoran.
La OEA y otras instancias seguirán con sus mecanismos. Nosotros en Venezuela, de manera responsable, haremos lo posible para que cada ciudadano entienda y sepa medir las consecuencias de esta decisión. Entienda que debe seguir luchando por su porvenir, que la solución sigue estando acá y en sus manos. También nos toca fortalecer la esperanza de nuestra gente que se sigue preguntando cómo todavía pueden existir 11 países en la región capaces de ignorar su sufrimiento.
Mientras tanto, mientras los venezolanos seguimos luchando, a ustedes les tocará explicarle a sus pueblos y a su historia por qué decidieron abstenerse en un momento como éste y darle la espalda a Venezuela.
Nosotros no desistiremos.
No perderemos el objetivo de impedir que este dolor que estamos viviendo sea padecido por algún pueblo hermano.
No decepcionaremos a los 19 países que tuvieron la valentía de pronunciarse a favor de nuestra libertad y de la democracia.
¡Que Dios bendiga a Venezuela y a quienes la acompañan a recuperar su Democracia! No estamos solos y más temprano que tarde volverá a brillar Venezuela!