Hambre… “Escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada”. Así lo define la Real Academia de la Lengua en su concepción social, y lamentablemente de eso podemos contar mucho en nuestra Venezuela en estos momentos.
Mientras quienes tienen en sus manos la toma de decisiones y la oportunidad de solucionar el hambre y revertir la crisis voltean la mirada para no ver cómo los venezolanos han perdido peso y comen de la basura, quienes de verdad queremos construir una Venezuela de progreso estamos enfocados a ofrecer una solución a quienes más padecen.
Y el principal problema que tenemos ahora en nuestro país es el hambre que está pasando nuestro pueblo y la mala alimentación de quienes aún pueden adquirir algunos alimentos.
Por primera vez en la historia, el 82% de los hogares venezolanos vive en pobreza de ingresos, somos el país más pobre de América Latina, es por ello que también somos el país con más aumento en el número de los subnutridos, de personas mal alimentadas. En un año pasamos de tener 2,8 millones de personas con subnutrición a 4,1 millones de venezolanos que están alimentándose mal.
Las familias venezolanas viven una real tragedia. 80% de los 30 millones de venezolanos sólo comen dos veces al día, y 4,5 millones de venezolanos comen una vez al día y a veces cada dos días.
El 75% de los venezolanos aseguraron haber perdido peso de manera no controlada debido a que no tenían para alimentarse o preferían dejar de comer ellos para darle de comer a sus hijos.
El déficit nutricional ronda el 70%, y al ritmo en el que fallecen los niños por desnutrición, se estima que unos 300.000 infantes mueran por esa causa. Es por ello que esta semana con apoyo de la propia gente abrimos el primer comedor social para dar alimentación a los niños con mayor riesgo de desnutrición.
En este comedor que abrimos en Las Minas de Baruta se consiguen historias de sobrevivencia increíbles. Yessica trabaja cuatro días de la semana en casa de familia y pese a ello el dinero no le alcanza para darle a sus hijos una buena nutrición. Tiene cuatro hijos y todos presentan riesgo de desnutrición. Es una mamá preocupada porque siente que los días no le llegan para brindarle a sus hijos lo que necesitan. El único día de la semana que tiene libre viene al comedor a ayudar a las otras mamás que se han involucrado para alimentar a los más pequeños de la casa.
Los hemanitos Suárez son ocho. La mamá es otra trabajadora que el dinero ya no le alcanza para mantener a sus hijos. Ayudada por una trabajadora social, María tuvo que dejar a cuatro de sus hijos con distintos familiares porque con esta crisis ya no puede hacerse cargo de todos. Los otros cuatro hijos están en el programa de alimentación que implementamos. Ellos no son de esta comunidad, pero desde hace un mes están viviendo en casa de una tía que si vive en la zona. De los cuatro niños que están en el programa, uno de ellos está en alto riesgo de desnutrición. Tanto María, como su hermana (la tía de los niños) y una prima, se han involucrado en el programa colaborando con el resto de las mamás para que sus hijos y otros niños de la comunidad puedan alimentarse.
Los hermanitos Morales también tienen una mamá soltera y que trabaja para mantener la casa, por lo que nunca puede estar con sus cuatro hijos, sin embargo, son de los niños más educados que asisten al programa. Ellos se quedan solos y los cuida la hermana mayor de 13 años, va a clases, está en primer año y siempre llega al comedor con su camisa azul. Se encarga de que dos de sus hermanos asistan al comedor temprano y cuando ella sale de clases va a buscar al hermanito más pequeño y lo lleva a comer con ella. Desde que iniciamos el programa, Joanna siempre está pendiente de que a sus hermanitos no les falte la alimentación.
Cuando estábamos haciendo el censo para dar inicio al programa del comedor llegaron juntos 10 niños, sin una mamá, un papá o un familiar que los acompañara. Viven en un ranchito y los vecinos nos cuentan que suelen pedir comida en la calle. El día que iniciamos el programa los 10 niños llevaban tres días sin comer. Ruby, la hermana mayor, tiene 10 años y sus condiciones físicas son de una niña de seis años, igual están todos sus hermanitos. Ella nos contó que nunca habían comido carne.
Estas historias se repiten en los 80 niños que ya están censados en el programa Alimenta la Solidaridad. El de Las Minas es el primer comedor de 10 que esperamos abrir esta próxima semana en Miranda para atender a 1.000 niños.
El tema de la alimentación ha sido una de nuestras preocupaciones siempre. Como Gobernador trabajé con mi equipo para llevar soluciones a las comunidades donde veíamos que el hambre no permitía a la gente avanzar. Así creamos el programa Hambre Cero, con el cual atendimos a más de 80.000 mirandinos, no sólo garantizando su alimentación, sino también brindándoles formación para emprender, educación para sus hijos, salud y vivienda; porque no se trata sólo de darles la comida, sino de darles las herramientas para su progreso y que no dependan de ningún gobierno.
Nos ocupamos de la alimentación de nuestros niños en las escuelas, hicimos todo el esfuerzo necesario para que los alimentos nunca faltaran, entregamos más de 130 millones de meriendas. Fuimos el único estado que mantuvo el programa de alimentación escolar, MiPae, lamentablemente a la nueva gestión no le interesa la educación ni los niños y suspendió el programa de alimentación, afectando a más de 105.000 niños de 400 esuelas que ya no cuentan con el programa de alimentación que veníamos realizando en Miranda.
Esto es sumamente importante, por eso siendo Gobernador dediqué todo el esfuerzo a mantener el programa funcionando. 31% de los alumnos dice que al menos un día a la semana su única comida es la de la escuela y un 14% no van a la escuela si no hay comida.
La alimentación en las escuelas es una de las principales razones por la que los niños asisten a las mismas, al eliminar el programa se promueve que más niños abandonen las aulas de clase, que en 2017 la cifra asciende a 560.000 alumnos que dejaron los estudios.
Pero nosotros pensamos que la alimentación debía ir más allá del periodo escolar, y en 2016, cuando el problema del hambre ya se sentía con más fuerza de lo habitual, decidimos crear un programa que nos permitiría dar alimentación a los niños de las comunidades más necesitadas durante el periodo de vacaciones y desde nuestras escuelas. Esto lo logramos hacer con el apoyo de mucha gente solidaria que nos ayudó a poder adquirir los alimentos y con el programa Escuela Solidaria llegamos a unos 25.000 niños, distribuyendo más de 316.500 meriendas.
A los venezolanos nos caracteriza la solidaridad, es una de las cualidades que más me hace sentirme orgulloso de haber nacido en esta tierra de gracia. Por más que el Gobierno se empeñe en cambiar nuestra esencia hay cosas con las que no podrá jamás, y una de ellas es la solidaridad que nos caracteriza. Y en estos tiempos de crisis es cuando más se necesita el apoyo de todos en iniciativas como esta para poder avanzar como pueblo, porque si hay un venezolano que padezca es un venezolano que no puede progresar, y si cada venezolano tiene las herramientas y el impulso de progresar, todos vamos a progresar como país.
Venezuela nos necesita ahora más que nunca. Todos somos necesarios para sacar al país de la oscuridad en la que nos metió este gobierno. Nuestra Venezuela tiene grandes posibilidades para salir de esta crisis. Si trabajamos juntos podremos revertir esta catástrofe que ha significado para el país Maduro y su cúpula. Venezuela saldrá de este caos, estoy convencido de ello. ¡Dios los bendiga!
De antemano gracias a todos los que apoyarán los comedores que seguiremos abriendo en toda Venezuela. La solidaridad no es caridad, la solidaridad es un valor de respeto al prójimo.