Esta semana quiero proponerles que hagamos un análisis de lo que sucede en la región. En especial porque los avances más importantes que se han logrado en esta última etapa de lucha contra la dictadura se deben a una combinación de la presión internacional con acciones que hemos podido llevar adelante, con el apoyo de la inmensa mayoría de nuestro Pueblo venezolano.
Sin embargo, es necesario comprender por qué no podemos dejar en manos de otros las acciones fundamentales de una lucha que debe ser nuestra, porque al final el resultado depende de nosotros.
Y no estoy hablando de nacionalismos ni de demagogias: esas acciones deben ser llevadas adelante por nosotros porque la región, en este momento, vive un contexto político innegable.
Cuando más de cincuenta de las democracias más importantes del mundo deciden apoyar una lucha como la que se coordinó en torno a la Asamblea Nacional, como único poder legítimo electo por los venezolanos, y la Presidencia encargada de Juan Guaidó, no estamos hablando de un asunto ordinario en la Política Internacional.
Una de las condiciones que se dan por sentado en la Política Internacional es que cada país debe tener como prioridad atender sus propios problemas. Es decir: por más comprometido que pueda estar un país aliado con nuestra causa, no podemos pretender que sus gobiernos pongan los nuestros por encima de los suyos.
Digo esto porque a los intolerantes de oficio muchas veces se les olvida que acertar en la Política no consiste en empeñarse en escenarios únicos, sino en saber leer los cambios y atender las nuevas oportunidades y los nuevos balances de Poder.
En especial en una región con una dinámica política tan temperamental como la nuestra.
En este momento, varios de nuestros aliados internacionales, en especial a los miembros del solidario Grupo de Lima, están enfrentando escenarios que han sido potenciados por los aliados del totalitarismo. Y un liderazgo responsable debe entender qué es lo que sucede en nuestra región, cómo podemos ayudar a esas democracias y de qué manera eso puedo convertirse en un nuevo impulso para nuestra lucha.
Hoy en Ecuador, por ejemplo, se vive una tensión que debería llenar de vergüenza a quienes alguna vez acompañaron el liderazgo del expresidente Rafael Correa.
Cuando el pueblo ecuatoriano vive un contexto social y político que hoy es noticia en el mundo, cualquiera esperaría que una persona con experiencia de Estado como Correa entendiera lo delicado del asunto.
Sin embargo, ¿cuál fue su reacción? Pues una reacción típica de los totalitaristas que se transformaron en compinches de un régimen asesino como el que se instaló en Venezuela: prefirió la burla, prefirió cantar una versión satírica del «Bella, ciao» con una sonrisa burlona que, prácticamente, desprecia lo que su propio pueblo está viviendo.
En Perú, sede fundacional del Grupo de Lima, en este momento hay un conflicto severo entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, capaz de revivir en la memoria de los peruanos algunos de los episodios más delicados de su historia como república.
Y en un escenario como ése, la crueldad de la Política mal entendida suele aumentar, porque quienes desean llegar al Poder a como dé lugar pierden los escrúpulos y son capaces de llevarse todo por el medio.
Además, sabemos que el aparato de propaganda de la dictadura madurista pretenderá ordeñar hasta la última gota cada granito de rédito político que pueda darles lo que hoy viven nuestros hermanos en Ecuador y en Perú.
Y en la frontera con Colombia está una de las manifestaciones más evidentes de que Nicolás Maduro y sus compinches van a estimular el caos a como dé lugar.
La amenaza de una presunta resurrección de la narcoguerrilla colombiana ha sido impulsada de manera grosera por la dictadura madurista y toda su estructura cómplice militar.
Mientras nuestros soldados se mueren de hambre en los cuarteles y sus familias no tienen nada para comer, Nicolás Maduro ordena que traten como príncipes a los líderes asesinos de una guerrilla que quiere sabotear la paz en la hermana Colombia.
Si vamos más al Sur, en estos momentos en Argentina existe la amenaza real de que el kirchnerismo vuelva al poder, usando a Alberto Fernández como una triste mampara que le sirve a los intereses de la cabecilla del más corrupto de los gobiernos argentinos: Cristina Fernández de Kirchner.
Y como el régimen en Venezuela quebró a PDVSA y a todo el aparato de producción, tanto que ya ni Rusia ni China le prestan plata, ya Nicolás Maduro no tiene la petrochequera para ir comprando conciencias. Así que lo único que le queda es generar el caos, apoyar la violencia y el desastre en esos países cuyo apoyo ha sido determinante para lograr el cerco que hoy tiene a Miraflores arrinconado y con su capacidad de maniobra política limitada.
Así que tiene que quedarnos claro que cuidar cada una de las conquistas políticas que hemos logrado y la posiblidad de seguir avanzando hoy depende más que nunca de nosotros.
¡El poder lo tiene la gente y deben usarlo!
Y es por eso que ahora adquiere tanta importancia el trabajo hecho en los barrios y en el campo. ¡Ha llegado el momento de superar el chantaje y conducir con responsabilidad el descontento de la gente, porque en Miraflores se han quedado solos y sin real!
¡Aquí todos sabemos que el régimen se tambalea si desde los barrios, desde el campo y desde cada uno de los rincones donde viven quienes menos tienen salen a ejercer la mayoría que somos!
Y es por eso que reprimen con tanta fuerza y tan intensamente a los barrios. Acá en Caracas la dictadura tiembla cuando la gente de El Valle, de Catia o de la Cota 905 salen a protestar.
¡Ni ellos se creen sus embustes! Y sino me creen, miren el ejemplo de los empleados públicos y entiendan que ya el poder que tenían el usurpador y los suyos hoy se limita a una cúpula corrupta y a diez cuadras a la redonda del Palacio donde tienen a Nicolás Maduro encerrado y temblando, sin chequera y sin poder confiar ni en su sombra.Cuando uno escucha el compromiso y la claridad que tiene un vocero del Sindicato de Trabajadores de la Cancillería, que declara en las narices de la dictadura que ya entendieron que esto ya no se trata de salarios ni de aumentos, sino de un decisivo cambio político, se pone en evidencia que ya el país está presto para una movilización conjunta, poderosa y determinante, que saque a los usurpadores de Miraflores y que elija cuál es el país que desea para recuperar la Libertad y la Democracia.
Cuando uno escucha la valentía y la voluntad política que tiene una vocera del Gremio de la Educación, haciendo un llamado al país para defender a sus maestras y maestros, asumiendo que todo el Sistema de Educación Pública tiene que sumarse a una lucha común a la nuestra, para que el país se transforme y vuelva la dignidad a las familias trabajadoras, entonces uno sabe que el ADN democrático de nuestro Pueblo sabe dar la pelea y conquistará el Poder pacíficamente.
Es una responsabilidad del liderazgo político democrático saber leer este escenario.
Hay la oportunidad de convertirnos en apoyo y ejemplo para las democracias de la región que nos han tendido la mano cuando más lo necesitamos.
Hoy las fuerzas trabajadoras y populares del país entero están dispuestas a articular sus luchas con las de todos.
Hay que asumir lo que nos toca hacer.
Tenemos los venezolanos frente a esta tragedia que padecemos promover una acción determinante que termine de perfilar el futuro de nuestro país. Y es el liderazgo democrático y social quien debe conducirla.
Una vez más la Historia pone en esta tierra la responsabilidad de que la Libertad y la Democracia conquiste una región entera. Y nos toca estar a la altura de este llamado. ¡Pongamos todo el esfuerzo en eso y en que se acabe el sufrimiento de quienes menos tienen en Venezuela! Nadie sino nosotros debe y puede lograrlo.
¡Dios bendiga a Venezuela!