Dicen que “hay dos maneras de volver a casa: darse la vuelta o dar la vuelta al mundo”, y hoy miles de venezolanos le están dando la vuelta al mundo para más pronto que tarde volver a nuestra amada Venezuela.
En los últimos años, por lo menos 10% de los 30 millones de residentes de nuestro país ha realizado diligencias para marcharse fuera. Aunque no hay cifras oficiales, porque ya es una costumbre que la mal llamada revolución esconda todos los indicadores que permiten medir el comportamiento de la situación país, más de 1 millón 500 mil personas han salido de esta Tierra de Gracia que los vio nacer.
De ese total, por lo menos 90% se marchó en los últimos 15 años, y en los últimos 4 años se ha producido un repunte muy fuerte. Ser víctima de la inseguridad, ver morir a alguien cercano por la ausencia de medicinas, ser profesional y no conseguir empleo, o tenerlo pero ver cómo el sueldo se esfuma del bolsillo, en definitiva no poder planificar un futuro concreto, son las principales razones para abandonar la patria.
Al principio de la diáspora, quienes se marchaban eran de las clases media y alta, pero ahora los estratos más pobres también se han incluido en este fenómeno que resume irse del país para no vivir en la miseria. El éxodo se ha acelerado aún más con el desgobierno de Maduro, dado que nunca antes habíamos vivido una crisis de tal envergadura.
Entre ese grupo de venezolanos está Gloria, quien tomó sus maletas y se fue ahogada por la situación económica y por la inseguridad. Ella nos escribió por redes sociales, como hacen muchos venezolanos que se han ido, y sus palabras nos sonaron a una mezcla de indignación y resignación. Entre sus palabras ella me hizo la pregunta que muchos se hacen: “Flaco yo me fui y estoy trabajando duro para mantenerme aquí, pero ¿será que todos los venezolanos vamos a tener que salir huyendo del país?”. Le respondo a ella y a todos mis hermanos que se hacen exactamente la misma pregunta y están en un estado de incertidumbre que no les permite vivir en paz: nuestra lucha es para que todos los que se han ido regresen a su tierra, quienes estamos aquí tenemos que seguir luchando para derrotar el secuestro físico y psicológico a que este gobierno nos tiene sometidos.
No es posible que lo único que exporta Venezuela, además del petróleo, sea nuestro recurso humano, un recurso sumamente valioso y preparado que va a necesitarse cuando salgamos de este mal gobierno para recuperar y reconstruir un país que cada día, hunden más.
En las últimas semanas, el gobierno nefasto de Nicolás Maduro ha impuesto más sacrificios a los venezolanos. Primero decidieron limitar la cantidad de efectivo que se podía sacar de las entidades financieras, lo que generó larguísimas colas y diarias para poder tener efectivo en un país donde el 40% de su población no está bancarizada. Ahora de golpe y porrazo, emiten un comunicado para sacar de circulación el billete de 100 bolívares en 72 horas, el billete de más alta denominación y cuya existencia es casi la mitad de los billetes totales existentes en Venezuela, representan cerca del 80% del valor de todos los billetes, y es evidente que el 20% restante no es suficiente para canjear los billetes que próximamente perderán vigencia.
Limitar al pueblo en la disponibilidad de su dinero, responde a que la inflación en los productos incidió en la escasez de billetes, debido a que las personas deben destinar cada vez más efectivo en sus compras. Una inflación tan disparada hace que todo suba de precio, y desde hace un par de años el gobierno fue advertido de que debían ampliar el cono monetario dado las transacciones de tan alto valor que se estaban realizando en efectivo. El gobierno hizo caso omiso, como siempre, y el resultado fue que los venezolanos salían a la calle con enormes pacas de dinero para hacer la compra de una bolsita en el mercado. Es mentira que se lo hayan llevado a Colombia o que esta sea la causa de la crisis económica que vivimos los venezolanos.
Lo cierto es que estas nuevas medidas del gobierno generaron aún más molestia en el pueblo y produjo más parálisis en la ya golpeada actividad económica nacional. Las colas para depositar billetes son otro sacrificio más que el gobierno impone al pueblo ¿A quién se le ocurre en plena víspera de las navidades retirar el billete de más alta denominación? Obviamente que es una tremenda irresponsabilidad en un país donde todo se mueve en efectivo y los precios son tan elevados. Esto es un juego macabro.
Para variar, el gobierno se comprometió públicamente que los billetes y monedas del nuevo cono monetario llegarían a todas las entidades bancarias el día 15 de diciembre y no cumplió, paralizando por más tiempo el país ¿cuántas personas han dejado de hacer sus diligencias y cuantos han dejado de prestar servicios por no tener efectivo con el cual pagar o cobrar?
Pero si algo nos preocupa sobremanera, es que ante todo lo que está pasando apreciamos una especie de estupor, de limbo en el que ha caído gran parte de nuestra gente. Dejarnos pisotear constantemente nuestros derechos y dejarnos conducir como corderos hacia un corral y luego cerrar la puerta no puede ser el destino que nos espera como país.
Tenemos que despertar de ese letargo, no es posible ver con ojos de conformismo que en los anaqueles de los establecimientos no haya comida, sino que estén llenos de dispensadores y utensilios de cocina o en el mejor de los casos de paquetes de galletas y salsas que cuestan a veces 30% un salario mínimo. No es posible que la inflación haya desgastado el poder adquisitivo de tal manera que en Zimbabwe, por ejemplo, tres huevos cuestan 40 centavos de dólar y, en Venezuela cuesten 65 centavos.
Es inaceptable que más del 92% de los venezolanos invirtiera sus aguinaldos y utilidades en la compra de comida, porque solo para eso les alcanzaba. Es absurdo que en el país con las reservas petroleras más importantes del mundo, cerca del 85% de su población come una o dos veces al día.
Esto que está haciendo el gobierno es muy grave. Somos una inmensa mayoría quienes estamos sufriendo las penurias que nos impone un grupito corrupto e incapaz. Los recientes estudios de opinión revelan que 87,1% de los venezolanos valora la gestión de Maduro como sumamente negativa, con tendencia sin expectativas de mejorar en sus indicadores económicos y sociales, el 83,1% sabe que con Maduro no hay futuro.
Pero, hay más, porque 61,4% de los venezolanos considera que el gobierno nacional se ha convertido en una dictadura, teniendo como base la represión política y la violación del derecho a elegir, producto de la suspensión del referendo revocatorio.
Les pregunto ¿nos la vamos a seguir calando? ¿estamos dispuestos a ser parte de un país exportador de inmigrantes o queremos recuperar nuestra nación?
¡Despertemos!, porque como decía nuestro Libertador Simón Bolívar, de cuyo fallecimiento se conmemoraron 186 años esta semana, “cada pueblo será libre a su modo y disfrutará de soberanía, según la voluntad de su conciencia. ¡Qué Dios bendiga nuestra a nuestra Venezuela!