El próximo 23 de Enero todos los venezolanos demócratas debemos apoyar en las calles la propuesta que la Asamblea Nacional ha convocado desde hace varios días. Y, además, debemos hacerlo de manera contundente, responsable y activa, pasando por encima de los desencuentros y esforzándonos en empezar nuevamente a consolidar los espacios de acción común.
Y hacerlo es una tarea que cada quien debe tomársela como un reto personal, porque dentro de las experiencias que estamos viviendo como Pueblo, cada quien debe poner el bien de la Nación por encima de sus deseos personales. Primero Venezuela y primero la solución de los gravísimos problemas que afectan a nuestro Pueblo venezolano.
No ha sido sencillo articular acciones que conformen una estrategia sólida, que consigan objetivos claros capaces de aglutinar todas las fuerzas que están implicadas en este momento político. Porque cada una de esas fuerzas tiene un papel fundamental en este cambio que estamos articulando. Y este 23 de Enero puede nuevamente cristalizarse la primera etapa de algo muy poderoso, en especial porque ha permitido entusiasmar otra vez a nuestra gente.
Nos estamos poniendo de acuerdo. Y eso tiene que ser una razón enorme para avanzar. Y se ha despertado un nuevo contexto anímico en el país. Una conquista muy valiosa, porque ha tenido lugar justo cuando muchos insistían en quitarle mérito al trabajo político que desde hace años se hace a lo largo y ancho de nuestra Venezuela. Ganar esa Asamblea Nacional fue el resultado de años en la construcción de una mayoría y se pudo por haber hecho las cosas bien. ¿Se imaginan el escenario de hoy no tener ese Poder? Estaríamos lejísimo de alcanzar una solución definitiva para el país.
Quienes son lectores habituales de este espacio, verán que lo que hoy sucede en las calles de nuestra Venezuela es algo sobre lo que ya veníamos reflexionando. Y quienes han querido cambiar nuestras palabras, tergiversando a través de titulares, campañas pagadas que buscan enemistades y desencuentros donde no los hay, hoy no tienen más que reconocer que ésta es la orientación correcta.
Y, aunque nunca la soberbia les permita reflexionar, también tendrán algún día que reconocer así sea en silencio, que el éxito que ha tenido cada uno de los Cabildos Abiertos, además del reconocimiento internacional con el cual cuenta la Asamblea Nacional, tienen su argumento más poderoso en que son el único Poder Público elegido por el voto popular. Sí, fue el Pueblo el que eligió la Asamblea Nacional y eso jamás puede obviarse.
Es el voto popular recibido en diciembre de 2015 es lo que los legitima en cada una de sus acciones y es eso lo que revestirá el acierto de todas las acciones que vienen, porque este nuevo camino apenas comienza.
Desde aquí, tal como ha sido desde el primer día (porque bastante que recorrí el país y luché para ganar la Asamblea Nacional), mi apoyo absoluto a cada diputada y a cada diputado. Y mi llamado a cada una de las fuerzas políticas que hacen vida en el país para que acudamos masivamente a fortalecer esa Asamblea Nacional y a esa Junta Directiva que hoy cuenta con la más grande de las garantías democráticas: el voto de la gente.
Y aquí me parece necesario hacerle un llamado a los diputados que en 2015 fueron elegidos por el voto del partido de gobierno, pero decidieron irse a formar parte de esa comparsa ilegítima que es la constituyente inconstitucional. Hoy les recomiendo que sepan leer el momento político: revisen con detenimiento el Decreto de Amnistía emitido por esa Asamblea Nacional de la cual ustedes podrían estar formando parte, porque puede que ahí esté redactada su tabla de salvación política.
No ha sido sencillo definir una agenda política propia que, incluso, ha obligado al régimen a reaccionar, pues no le hemos permitido imponer la suya.
Porque un régimen que decide secuestrar al presidente de la Asamblea Nacional y luego juega a confundir, primero diciendo que se trataba de un falso positivo y luego montando el fingimiento de una contraorden, que terminó con efectivos detenidos por haber dejado en libertad a Juan Guaidó, no se puede leer sino de dos maneras: como el síntoma de una manipulación que apuesta a la incertidumbre o como una fractura a lo interno.
Por eso la posibilidad de una amnistía los asusta: porque les quita la posibilidad de seguir extorsionando y aterrorizando a los efectivos, a los funcionarios públicos e incluso a la militancia que sabe cómo operan sus chanchullos, sabe quiénes son los que dan las órdenes y cuáles son los delitos y crímenes que han llevado al pueblo venezolano al hambre, la miseria y la muerte.
Y ahora, desde que los Cabildos Abiertos han replanteado la manera de estar presentes y manifestando en las calles, esto lo ven mucho más cerca. En especial porque todo se ha logrado sin excesos, sin ahogos y sin radicalismos que pongan en riesgo el avance político que ha tenido este nuevo momento de la alternativa democrática venezolana.
Pero ante un régimen que es capaz de encarcelar y asesinar, incluso a su propia gente, con tal de no permitir el cambio político necesario, hay que proceder con paso firme y estrategias claras. Y eso incluye medir bien los tiempos, los actores involucrados y, sobre todo, la responsabilidad que tenemos de generar certidumbre en la gente.
Somos responsables de estar a la altura de las expectativas que se han despertado nuevamente en el Pueblo.
Lo que sucederá el 23 de enero tiene que ser la ratificación del camino que queremos los venezolanos. Y si no apoyamos a la Asamblea Nacional en este momento, corremos el riesgo de perder la oportunidad de que el único poder legítimo del país utilice toda su capacidad de acción y de maniobra para que Venezuela tenga una solución política y permita el cambio que cese la tragedia que vivimos.
Y para eso es necesario incrementar la presión democrática, entendiendo los tres objetivos y el orden en el cual se han planteado: expresar el rechazo al régimen y darle fin a la usurpación de los cargos que, en este caso, no son sólo los de la Presidencia de la República, sino también todos los cargos de libre remoción del Ejecutivo Nacional; articular para una transición que permita reestablecer el hilo constitucional en el país; y finalmente llamar a unas elecciones libres (poderes elegidos de acuerdo a la Constitución), con garantías y que terminen de redefinir el rumbo de nuestra Venezuela.
Las razones para expresarnos el 23 de Enero son muchas. Y la fecha debe evocar mucho más que el fin de la tiranía de Marcos Pérez Jiménez: también debemos inspirarnos en ese 1ero de Mayo de 1957 donde todo se inició y en cada uno de los eventos que, concebidos con tino político y estratégico, condujeron a la huida cobarde del dictador y a la entrada en una nueva era nacional.
No nos enfoquemos en las diferencias que existen entre las maneras de hacer: busquemos las metas comunes y levantemos la voz contra esas injusticias que deben conseguir en todos nosotros las ganas de movilizarnos: el padecimiento de los niños del J. M. De Los Ríos, los enfermos del Hospital clínico Universitario de Caracas burlados por sus directivos, los pacientes y las parturientas que son atendidos en el suelo en el sistema de salud pública, el acoso que viven los empleadores por las irresponsables decisiones económicas que aplica el régimen con el fin de acabar con lo que queda del aparato productivo, la asfixia bancaria generada a punta de déficit bancario y políticas equivocadas, las familias secuestradas por el hambre y la miseria, el estado deplorable de los servicios públicos convertidos en ruinas por el extravío del gobierno, la caída de la producción petrolera de una empresa estatal que llegó a ser ejemplo de eficiencia en el mundo entero, la manera en la que le niegan el gas a las familias que sufren en los mismosestados donde se extrae y se manda a Cuba para seguir comprando complicidades, la gente desandando y con hambre porque no les alcanza la plata y no hay transporte público, los trabajadores públicos a quienes no les reconocen su formación ni su experiencia, las maestras y los maestros que no sólo tienen un salario de hambre sino que además no lo cobran, la burla semanal que le hacen a los jubilados que merecen una pensión digna y no el maltrato al que son expuestos, cada uno de nuestros hermanos y hermanas que se tuvieron que ir del país, la inexistente separación de poderes que ha convertido en cómplices de una dictadura al CNE y al TSJ, el derecho al voto que nos robaron y estamos decididos a recuperar, cada preso político, cada muerto por la violencia, cada asesinado por la represión y, sobre todo, cada una de las personas que hoy están en una situación de miedo que le impide sumarse este 23 de Enero a quienes nos pronunciaremos a favor de la Libertad y la Democracia.
En Venezuela sobran las razones para que nuestra voz se sume a lo que el 23 de Enero sucederá en cada lugar del mundo donde hoy viva un venezolano. Piensa en las tuyas y compártelas, suma a otros, seamos en las calles esa mayoría que sabemos que somos. Y apoyemos a la Asamblea Nacional en esta ruta en la cual cada uno de nosotros es importante.
¡Que Dios bendiga siempre a Venezuela! ¡Nos vemos el 23 de enero!