Nuestra amada patria Venezuela nunca había vivido una crisis tan dolorosa como la resultante de estos últimos años, consecuencia de la continuidad de un régimen nefasto, que sólo le ha traído a nuestro Pueblo hambre, desolación y miseria. Y todo el planeta sabe que esta crisis es la consecuencia del manejo corrupto e irresponsable de las políticas públicas de quienes estuvieron en el poder durante todos estos años. Todos lo saben. En especial quienes lo niegan por una postura ideológica o por mucha conveniencia económica. Todavía hay “algunos” que creen que pueden seguir lucrándose de la crisis venezolana.

A punta de labia y del mal llamado “carisma”, pero con mucho billete por delante, una parte de los gobiernos de la región compraron el cuento. No iban a dejar pasar la oportunidad de obtener petróleo barato a cambio de mirar para otra parte durante mucho tiempo. Sin embargo, en el oficialismo fueron tan ineptos como crueles y quebraron hasta la industria petrolera que financiaba su desastre.

Y hoy, cuando no tienen ni respaldo popular, ni gobiernos amigos ni una petrochequera para comprar complicidades, se niegan a dejar el Poder porque saben que la historia será implacable. Aun así, revisar apenas un resumen de sus actos es bochornoso.

¿A qué se reduce hoy esa estafa, llena de violencia y corrupción, que se autodenominó “revolución bolivariana”, manchando además la memoria de El Libertador?

¿Qué es la “revolución bolivariana”, en este momento? Pues una tragedia capaz de hacer que desde 2013 el país petrolero más importante de la región tenga la mayor inflación del mundo, capaz de convertirnos en una de las mayores contracciones económicas durante tres años seguidos, capaz de ponernos a la cabeza del Índice Mundial de Miseria.

Después de dos décadas en el Poder, el oficialismo no tiene ni siquiera un plan de políticas públicas del cual pueda enorgullecerse. Ya ni siquiera defienden al poco respaldo popular que les queda: ninguna de las misiones funciona y las cajas de comida de los CLAP, después de destaparse el guiso de corrupción que había detrás, hoy son un recuerdo como los Barrio Adentro o los Mercal, entre otros fósiles de la revolución.

La soberbia de Nicolás Maduro ha decidido someter al país a hundirse, sin importar a quién se lleven por el medio.

Su único plan es mantenerse en el Poder destruyendo lo poco que queda en Venezuela. Y si necesitan pruebas, miren lo que acaban de hacer con el dólar DICOM. Luego de haber negado durante años su control sobre el dólar paralelo como otro de sus mecanismos de corrupción, de un plumazo devaluaron al bolívar sin que les temblara el pulso. Una demostración de que siempre manejaron el mercado del dólar paralelo, destruyendo nuestra moneda  y empobreciendo a los venezolanos.

Afortunadamente, desde hace varios años, muchos profesionales han estado trabajando en un Plan País, ése que fue presentado de nuevo esta semana. Se hizo entre el acuerdo y la asesoría de algunos de los especialistas venezolanos más importantes de cada área, después de un diagnóstico impecable que deberían revisar todos esos analistas pro Maduro que hacen conjeturas teóricas fuera de Venezuela, pero que no se han ocupado de informarse sobre lo que pasa aquí desde 1999.

Y lo primero que debemos entender es que existen tres objetivos principales en la ruta inmediata propuesta por el Plan País, para que a nadie le tome por sorpresa las prioridades ni salten los individualistas a querer distraer el rumbo.

  1. Recuperar al Estado venezolano y ponerlo al servicio del Pueblo. Es fundamental que se entienda que la prioridad es la gente. De tal manera que ese Estado sectario y fallido, que amenaza y discrimina para poder extorsionar al Pueblo, debe desaparecer. Y por eso el rescate de la independencia de las instituciones, sumado a la idea de atender la crisis humanitaria como una de las prioridades, será esencial en esta nueva ruta trazada. Así el Estado venezolano tendrá una estructura eficaz y cercana, puesta al servicio de quienes lo necesitan y no sólo de aquellos que son amenazados con la idea de quedar marginados si no se convierten en cómplices. Y lo mismo con PDVSA y los servicios públicos que fueron destrozados por el desgobierno: se acabaron los caprichos de autócratas y élites corruptas. ¡Aquí vamos a levantar el país!
  2. Empoderar a los venezolanos a fin de liberar sus fuerzas creativas y productivas. Hay que rescatar a las empresas públicas de la quiebra y acompañar este proceso con políticas públicas que no se transformen en corrupción ni en déficit. Eso será vital para que cada venezolano sienta que puede producir y que el dinero de su trabajo valdrá. Así se podrán iniciar procesos paulatinos, como eliminar el corrupto control de divisas, para estimular la producción y no ser dependientes de las importaciones. Todos haciendo lo que queremos y sabemos hacer, sin buscar resuelves ni estar trampeando. Con electricidad, agua y gas para nuestras casas y empresas, pero también Internet y tecnología que nos permita saldar el montón de años de retraso en que nos hundió la oscuridad madurista. Todos haciendo y todos progresando.
  3. Reinsertar al país en el concierto de naciones libres del mundo. Una de las acciones más importantes para esto ya está en curso: la determinación del Gobierno Encargado en preservar los bienes de la Nación e impedir que los sinvergüenzas que todavía no desocupan Miraflores sigan raspando la olla. Al mismo tiempo, garantizar la independencia de Poderes y el fortalecimiento de la Democracia. Debemos garantizarle al mundo que a Venezuela viene la Democracia para no romperse nunca más. Después de tanta crueldad, es necesario generar certidumbre para poder entrar en la dinámica de intercambio y crecimiento de la región. Tenemos todo lo necesario para hacerlo, sin necesidad de comprar complicidades ni regalar nuestra riqueza.

Y para conquistar estos tres grandes objetivos se tendrán prioridades a corto plazo bastante claras:

  1. Estabilizar la economía.
  2. Atender la emergencia humanitaria.
  3. Reactivar la industria petrolera.
  4. Asegurar el acceso universal a servicios públicos de calidad.
  5. Garantizar la seguridad ciudadana integral.
  6. Generar confianza y seguridad jurídica.

¡Así que a informarse y a entender, porque cada uno de nosotros tiene un lugar en el Plan País y es nuestra responsabilidad cumplir!

Por eso es tan importante que le demos difusión al Plan País y entendamos las estrategias que vienen, sobre todo para que puedan usarse como argumentos a la hora de explicar que quienes hoy deben salir del gobierno quebraron al país más rico de la región.

Se trata de un plan que ha sido pensado para recuperar al Estado y ponerlo al servicio de la gente, liberar las fuerzas creativas y productivas, y así reinsertar a Venezuela en el concurso de las naciones libres del mundo. Ya ésa es una razón poderosa para que todos estemos atentos a su funcionamiento y a la necesidad de su inmediata aplicación.

Es vital que te ocupes en leerlo bien, discutirlo con tu gente y en compartirlo con tu gente. También es necesario que te involucres más a fondo y participes en las acciones convocadas por nuestro Presidente encargado de una manera más activa y responsable. Entra en contacto con tus diputados, para organizar voluntariados, resolver dudas e incluso ponerte a la orden para recuperar a Venezuela.

¡Nos toca hacernos cargo! A todos!

Cada vez serán más los obstáculos que el régimen pondrá para que este tipo de información no te llegue. Por eso quiero que sepas que haciendo clic acá puedes descargar el Plan País (https://drive.google.com/file/d/1fKe9YSisG9RZRS4IorlMkDdg5SgDvqtH/view). Mándalo por WhatsApp, organiza grupos de discusión, convérsalo con quienes aún tienen miedo.

Es un momento estratégico para hacer que quienes todavía nos adversan sepan que vamos a estabilizar la economía, que sepan que atenderá la crisis humanitaria y que además reactivaremos nuestra industria petrolera. Y lo haremos porque detrás de estas ideas está la gente que sabe cómo se hace y estamos todos los que durante todo este tiempo de lucha hemos entendido y jerarquizada las acciones.

También es un momento estratégico para que aquellos que aún tienen miedo o que siguen siendo extorsionados sepan que estamos decididos a garantizar el derecho a servicios públicos de calidad, a la seguridad ciudadana y a que haya confianza y seguridad jurídica, sin pedirle a nadie carnets ni afiliaciones políticas, sino honestidad y civismo.

Es un momento para que quienes habían perdido la fe la recuperen y sepan que pronto vamos a poder escoger nuestro destino en unas elecciones libres y democráticas. Que sepan que aquí la decisión será de los venezolanos. Y que sabremos elegir bien.

Sólo así le haremos saber a quienes todavía no están de nuestro lado que aquí no se está dando ningún golpe de Estado, sino que el cambio de un régimen impuesto por la “revolución bolivariana”.

Estamos siendo testigos de la agonía y caída del Estado fallido que decidieron fundar, pero también seremos los responsables de que ese nuevo Estado, justo y de progreso para todos, consolide nuestra democracia para que más nunca un venezolano sufra el secuestro de sus libertades.

Que nadie se confunda: este Pueblo decidió ser libre y levantarse. Y cuando los pueblos deciden eso, son indetenibles como el Futuro.

Hay un Plan. Hay un País. Hay un Futuro. Y ese futuro nos pertenece.

¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela hoy y siempre!

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