Hoy los venezolanos nos encontramos, una vez más, en una encrucijada que admite una sola decisión. Una decisión que tenemos que defender unidos. Porque sin unidad no hay chance frente a la impunidad con la que obra el gobierno.
Pero esa unidad no es solamente la de los partidos y los líderes políticos. Estamos hablando de una unidad superior: la de todo un pueblo que quiere cambio.
Estamos en un momento histórico. No se trata de tener un pensamiento único, sino de poner de lado nuestras diferencias, por válidas que sean, para luchar por un objetivo superior.
Si usted quiere algo mejor para su familia en sus manos está ser protagonista. Cada grano de arena hace posible la montaña.
Recuperemos ese país en el que pueden convivir pensamientos distintos, incluso opuestos, sin que eso sea motivo para la descalificación. Recuperemos el valor y la riqueza que la diversidad aporta al debate.
No perdamos de vista lo que dijo nuestro Libertador, Simón Bolívar, ¡Unión! ¡Unión! O la anarquía os devorará. Y los venezolanos no podemos permitir que Maduro y su cúpula sigan sembrando la anarquía, el odio y la división, en nuestra amada patria.
No tenemos elección y tampoco tiempo. Estamos en emergencia y, para enfrentarla, la UNIDAD es absolutamente necesaria.
No gastemos nuestra energía en canibalizarnos, los que queremos salir de esta situación tenemos que unirnos. Si no logramos ponernos de acuerdo para trabajar juntos no vamos a lograrlo.
Tiene que haber unidad necesariamente. Sea cual sea la decisión que se tome, hay que hacer un frente común y ayudar a que quienes no han abiertos los ojos lo hagan.
¿Cómo se puede defender este desastre que es el madurismo? ¿Cómo se explica que con las mayores reservas de petróleo y el barril en 60 dólares seamos el único país de América Latina con una economía en negativo?
Una nación que fue receptora de inmigrantes, que llegaron buscando un destino de oportunidades, sufre hoy un éxodo que puede compararse con el que viven países en guerra. Tenemos que parar esta hemorragia del recurso más valioso, que es nuestra propia gente. Siempre fuimos un país de bienvenidas, nunca de despedidas y eso tenemos que recuperarlo.
Tenemos una tierra privilegiada. Donde cae una semilla ahí nace un árbol; pero el destructor de Venezuela acabó con todo.
Hoy 280 mil niños se encuentran en riesgo de morir por desnutrición. El único responsable de la precaria situación de salud de nuestros niños, de nuestros abuelos, de nuestros enfermos, es Maduro, pero él quiere seguir en el poder.
Cuesta creer que 4 millones de venezolanos estén pasando hambre, que familias enteras deban hurgar en la basura buscando algo que llevarse a la boca, pero esa es la dura verdad.
El peso que ha ganado Maduro desde que ocupa la silla de Miraflores es una evidencia de lo poco que le importa el hambre de nuestro pueblo.
Hace un mes, para diciembre de 2017, una familia necesitaba 16 millones para comprar alimentos, ya hoy esa cifra se queda corta. ¡Ni haciendo magia un trabajador puede llevar el alimento a su familia! Por eso el hambre crece, pero el responsable quiere 6 años más en el poder.
No hay país en el planeta donde el que destruye pretenda reelegirse. Y es que la reelección es un premio al que puede aspirar aquel que hace una buena gestión de gobierno.
La mejor demostración de desprecio de Maduro hacia nuestra gente es que luego de hundirnos en este desastre pretenda imponer su destrucción 6 años más.
Ante esto tenemos que preguntarnos: ¿Nos entregamos? ¿No le hacemos frente? ¿O nos unimos y terminamos de cerrar esta etapa de oscuridad?
El pueblo venezolano está enfrentando las mayores carencias en nuestra historia. Lo que está viviendo el venezolano nos indigna y nos duele profundamente y sé que le duele a la inmensa mayoría del país.
Es ese dolor, la indolencia y la burla de los responsables de esta situación, lo que tiene que sumar voluntades y amalgamarlas en torno a un objetivo: rescatar la democracia y poner fin a esta oscuridad.
¡No tengo duda! Por encima de cualquier diferencia está Venezuela y el cambio que deseamos.
Es por una VENEZUELA en mayúsculas, por una Venezuela grande, próspera, donde reine la paz, donde todos podamos vernos como hijos de esta noble tierra.
Que el país abra las puertas a un nuevo ciclo depende de nosotros, de cada uno de los venezolanos. No es fácil, siempre lo he dicho, estamos en una carrera de resistencia, pero Venezuela lo vale y si persistimos venceremos.
Este gobierno se defiende dividiendo porque la gran verdad es que a Maduro y su cúpula lo aborrece la inmensa mayoría de los venezolanos y si se libera el derecho que tiene nuestro pueblo a decidir los destructores se irán.
Esa es la razón por la que quieren imponer unas elecciones apresuradas, esa es la razón por la que decidieron, a través de los magistrados del régimen, inhabilitar la tarjeta de la MUD, la tarjeta más votada en la historia de nuestras elecciones.
Y esa también es la razón por la que tenemos que seguir luchando. No le demos el gusto a Maduro y su cúpula. Ayer, hoy, mañana y siempre pongamos a Venezuela primero. Por eso, sea cual sea la decisión para encarar los próximos acontecimientos, tenemos que tomarla juntos, unidos todos los venezolanos que queremos un cambio de verdad.
Los esfuerzos individuales nos debilitan. ¡Es la hora de la máxima unidad!
¡UNIDAD más que nunca! ¡UNIDAD para recuperar la democracia! Ese es el camino, no hay otro.
¡Que Dios nos ilumine y bendiga a nuestra Venezuela!