Hablemos de lo importante, de lo que el régimen no quiere que hablemos, de lo que en los laboratorios de comunicación de Miraflores insisten en ocultar: hablemos de lo que está viviendo nuestro Pueblo después de que Nicolás Maduro lanzara su cruel y fracasado paquete de medidas económicas hambreadoras.
Empecemos por precisar que, hasta ahora, lo de llevar el salario mínimo de tres millones y algo a ciento ochenta millones de bolívares fuertes es apenas una promesa. Ningún empleado público ha visto todavía su primera quincena con este nuevo aumento, pero el gobierno ya empezó a asfixiar a la gente honesta, con la intención de hacerlas cada vez más dependientes.
Así que veamos lo que han hecho en una semana, desde que El Paquetazo Rojo llegó para hambrear más al país entero.
Empecemos por nuestras abuelas y abuelos jubilados, a quienes ya les dijeron que su pensión se la van a pagar en tres partes, tratándolos como ciudadanos de segunda. Eso sí: en septiembre y no en agosto, aunque ya ellos hayan decidido dejar que la hiperinflación siga matándonos.
Porque otra de sus acciones fue aumentar el IVA al 16%. Sin reparo, sin piedad, sin miramientos. ¡Tanto llenarse la boca con mentiras populistas, para luego terminar subiéndole los impuestos a los venezolanos y eliminandóselos a las petroleras!
A partir del 1 de septiembre, los jubilados, las enfermeras, las maestras, el pueblo obrero, los profesores universitarios, los trabajadores independientes y todos los venezolanos que todavía no han cobrado ningún aumento ahora tienen que pagar un IVA a 16%, mientras que a PDVSA y a las otras petroleras les exoneran los impuestos.
¡Para lo único que son capaces es para mentir! El viernes 17, cuando Nicolás Maduro hizo los anuncios, fue tan embustero que dijo que el aumento del IVA no sería para todo el mundo, pero tres días después se supo que eso era mentira en la Gaceta Oficial.
¡Vaya manera de poner en evidencia que lo único que les interesa es el Poder y el billete! No sé cómo harán para explicarle esta jugada a sus cómplices de la supuesta izquierda latinoamericana, que cada vez va quedando más desplazada y desacreditada de la política global, a punta de convertir a Venezuela en eso que ningún otro país quiere ser.
Pero no es nada más lo de los impuestos. Sin medir las consecuencias y sin planes de acompañamiento, decidieron aumentar el precio de veinticinco alimentos. ¡Vaya cinismo!
En el gobierno pasaron años dándole la espalda a todo lo que le advertían nuestros agricultores y trabajadores del campo, no oyeron a los empresarios, decidieron obviar las estructuras de costos que los fabricantes de alimentos intentaron explicar, expropiaron tierras, todo esto por el capricho de mantener de manera artificial unos controles insostenibles.
Y ahora, de un plumazo, pretenden hacer que quienes aún ni siquiera han tocado un bolívar soberano paguen el déficit que ellos generaron al no reconocer sus errores.
Por cierto: como era de esperarse, ya hoy esos veinticinco productos desaparecieron de los anaqueles. Ya costaba encontrarlos, ahora menos. Quieren sacar una cuenta rápida? Bueno: sepan que sólo en esos 25 alimentos controlados ya se va el 63% del tan cacareado aumento a 1.800 bolívares soberanos. ¡Y faltan 25 productos más! Sepan que ahí no estamos metiendo servicios, ni ropa, ni transporte ni el gasto en útiles escolares que viene en unos días.
¡En sólo una semana volvieron sal y agua su medida económica bandera! Y siguen sin darle soluciones a la gente sino escasez. ¿Por qué? Por lo que hemos dicho hasta el cansancio: los controles que ellos aplican no sirven.
Y esto sólo nos traerá más imágenes de venezolanos peleándose por un kilo de comida, revivirá el bachaqueo y una vez más serán los venezolanos quienes paguen las consecuencias de una economía manejada por irresponsables.
Porque sépanlo: la hiperinflación es el más cruel y violento de los impuestos, usado por el gobierno para asfixiar a quienes menos tienen para pagar las consecuencias de sus equivocaciones, sus guisos y sus trampas.
Y esta semana tuvo todavía más dolores. ¡Aumentaron el pasaje del transporte público en mil por ciento! Mientras tanto, en las estaciones del metro prestan el servicio gratis, con cada vez menos empleados porque (como está pasando en todas las estructuras que dependen del gobierno) el personal calificado se está yendo de nuestro país a buscar estabilidad y progreso.
En apenas una semana, después de echarle la culpa de todos los males durante años, decidieron jugar con el hambre del pueblo al ritmo del dólar paralelo como si eso resolviera algo, pero lo único que lograron fue pasar a la historia de la economía como el gobierno que hizo la devaluación más grave y asesina en la historia de Venezuela.
¡Tanto que utilizaron las referencias del Viernes Negro de 1983 y la inflación de 1996 con fines populistas, para mostrarse como los elegidos! Ahora resulta que para las familias venezolanas aquel trágico 103% de inflación durante el mandato de Caldera (con un barril de petróleo por debajo de los diez dólares) hoy les parecería una bonanza, debido al abismo económico al que empujaron a la Nación la irresponsabilidad de sus mentiras.
Hay que ser verdaderamente cínico para sonreír en unas declaraciones oficiales, como lo han hecho algunos, y decirle a la gente que harán todo esto sin emitir dinero inorgánico. Basta con ver lo que ha pasado en una semana para augurar el desastre que resultará de su experimento irresponsable.
¡Y todavía nadie ha cobrado ni siquiera la primera quincena de 1.800!
El gobierno subió los impuestos a la gente y se los eliminó a las petroleras. El gobierno aumentó los precios de la comida y potenció unos controles equivocados que la hicieron desaparecer. El gobierno subió el transporte. El gobierno devaluó la moneda más que ningún otro gobierno. El gobierno decidió experimentar con el hambre de la gente.
¡Y las fuerzas policiales, los tribunales y el aparato de propaganda pretenden convencernos de que la culpa es de los comerciantes!
Querrán que olvidemos a nuestros compañeros presos. Querrán que se nos olviden nuestros hermanos del estado Bolívar, desamparados por el gobierno. Querrán que se nos olvide la lucha de las enfermeras, las maestras, los transportistas, los estudiantes universitarios. Querrán quitarle centimetraje y presencia noticiosa a la huida que muchos venezolanos desesperados están viviendo en nuestras fronteras. Y van a venir por más. Y van a ser más violentos. Y seguirán poniendo una crisis encima de otra para desgastarnos.
Todos vimos la persecución y el hostigamiento en Caracas, en Guárico, en Falcón, en Táchira, por citar algunos de los casos. Se llevan presos a la gente que trabaja, activando todo un aparato policial, cuando nos dicen en nuestra cara que PDVSA le entregó dólares al Banco Central de Venezuela, pero que no irían a las subastas del DICOM. Se siguen repartiendo las divisas entre ellos, ¿y quienes van presos son los gerentes de unas tiendas y supermercados?
¿Y por qué no dicen los nombres de quienes forman parte de ese grupito que sí recibirá las divisas del Estado fallido y corrupto de Nicolás Maduro y su caja chica PDVSA? Justo en la misma semana en la que están a punto de perder CITGO, porque PDVSA tiene que pagar mil cuatrocientos millones de dólares para que no la embarguen.
Mientras tanto, en Venezuela hay cientos de empresas que no han abierto sus puertas desde el 17 de agosto y millones de venezolanos a punto de quedarse desempleados por una razón muy simple: no saben qué hacer porque el gobierno explica lo que le conviene.
¡Y todavía no anuncian el precio de la gasolina! Un seguro detonante de una crisis que se pudo prever y no quisieron.
¡Por eso es tan importante la pedagogía política que debemos tener los líderes al acompañar a los venezolanos en todo esto! Y si el problema es la difusión y el secuestro de los medios, obligados a la censura que ejerce toda dictadura, entonces habrá que volver al panfleto, a la reunión en cada cuadra, calle, sector, vereda, a la verdad convertida en una bandera que nos una y nos ayude a que cada persona entienda lo que están haciendo.
Tenemos que superar al aparato de propaganda oficial para que nuestras hermanas y hermanos sepan entender que los controles no son la vía, que lo que anunciaron sólo traerá más caos, que nos están pidiendo otra vez dar un salto al vacío hacia un abismo que sólo conduce al hambre y a la miseria.
Todo esto hay que explicarlo. Cada suceso. Cada consecuencia. Cada estrategia. En medio de la censura totalitaria, cada uno de nosotros se debe convertir en un medio de comunicación libre y confiable. El cambio llegará finalmente cuando todos entendamos la dimensión del problema y la dirección de las soluciones, con el objetivo de trabajar juntos y sin distracciones, pero desde todas las áreas posibles.
Creo que vamos a semanas decisivas como consecuencia de la tragedia económica que vive nuestra Venezuela sin que los responsables ofrezcan respuestas. En ese sentido, es oportuno recordar que es el Pueblo el que tiene la fuerza porque lo respalda la Constitución, para darle un parao a la locura madurista y que efectivamente haya solución, eso es lo que nuestra Venezuela quiere.
¡Dios bendiga a los venezolanos en estas horas tan complejas que nos toca vivir!