Casi 2 millones de venezolanos se han marchado en los últimos 17 años a otras latitudes, pero para el gobierno este fenómeno migratorio no existe, como tampoco la escasez, la crisis humanitaria o la falta de medicinas. Para el gobierno esta cifra sólo constituye un sello que se coloca en un pasaporte y no miran que eso se traduce en la pérdida de un valioso recurso humano.
Pero, ¿por qué tantos venezolanos han querido probar suerte fuera, aunque eso signifique partir de cero?. Simple, porque no vieron oportunidades ni progreso en el suelo que los vio nacer y crecer, porque se sintieron asfixiados ante las condiciones generadas por un modelo económico atrasado que sólo ha traído destrucción y por tanto pobreza.
En los últimos seis años el movimiento migratorio tomó más fuerza, y este 2016 se ha producido una nueva oleada de emigrantes. Paradójicamente, este desespero por irse del país, se ha producido a pesar de la bonanza petrolera más importante de toda nuestra historia. Más de mil millones de millones de dólares ingresaron por ese concepto, y solo sirvieron para engordar el bolsillo de unos pocos enchufados corruptos, porque el pueblo está padeciendo los efectos de la peor crisis de la historia de Venezuela.
Muchos de quienes se han ido del país han tenido como motivo la inseguridad, han tomado la decisión después de haber vivido de cerca el drama de la violencia. Esto es así porque Caracas es la capital más violenta del mundo y la proyección que se tiene para finales de 2016 es que 30.000 venezolanos en todo el país hayan muerto por hechos delictivos, una cifra muy superior a la de la guerra de Siria.
Otros venezolanos han tenido razones económicas para abandonar Venezuela, ya que debido a la destrucción de la capacidad adquisitiva han visto complicado seguir manteniendo a su familia. Esto se debe a la confiscación de propiedades, las amenazas e interferencias a la actividad privada, aunado a la más alta inflación del mundo, que se estima pueda superar 1000% a finales de año, y a la destrucción del aparato productivo nacional, ya que por lo menos 50% del parque industrial ha cerrado, lo que ha traído como consecuencia que actualmente 6 de cada 10 venezolanos no tenga un empleo de calidad.
Si de algo estamos seguros, es que la gran mayoría de estos hermanos venezolanos que se ha marchado sueña con volver y cree en la reconstrucción de nuestra Venezuela. A todos esos hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes y profesionales, ya que 90% de quienes han emigrado cuentan con una carrera universitaria, les digo que esta lucha también es para que puedan volver a esta bella tierra que es de todos.
Por eso pedimos a todos los venezolanos, a los que están en el país y a los que se fueron, que se sumen este 1° de septiembre a la jornada mundial por el respeto a nuestra Constitución. ¡Hagamos oir nuestra voz!
Ese día, donde quiera que estén, pónganse su gorra tricolor, saquen el pabellón nacional, salgan a la calle, en su comunidad, en su trabajo, utilicen las redes sociales, utilicen pancartas, expresen pacíficamente que quieren cambio. Súmense a la lucha que estamos dando para que el gobierno de Nicolás Maduro respete la Constitución. Cualquier venezolano tiene derecho al voto y si tiene derecho al voto tiene derecho a revocar, como lo establece el artículo 72 de nuestra Carta Magna. Demostraremos al mundo que los venezolanos queremos cambio, que queremos un país distinto, un país de progreso.
Sabemos que el gobierno utilizará cualquier medio a su alcance para tratar de desmovilizarnos, pero debemos mantenernos firmes y más unidos que nunca, porque desde ese día esperamos iniciar una nueva etapa hasta el REVOCATORIO.
Las amenazas de despidos a los trabajadores públicos son una nueva evidencia del desespero que sienten, este gobierno no quiere contarse, le tiene miedo al pueblo ejerciendo su mayor poder: el voto, porque saben que el 80% del país quiere cambio. Amenazar a los trabajadores es como ponerlos contra el paredón. Que después no se queje Maduro, cuando lo lleven a una Corte Internacional por los delitos y violaciones a los Derechos Humanos.
Todo el que quiere cambio a lo interno y en el exterior debe el 1° de septiembre expresarse y hacerse sentir. Hagamos de ese día una jornada mundial por el derecho a tener comida y medicinas. El Gobierno tiene miedo a la gente que salga a la calle y se exprese de manera pacífica. La resignación es el plan del gobierno, el nuestro es luchar por nuestros derechos.
Así que si usted está cansado de las colas, de la escasez, del desabastecimiento, de la falta de medicinas, de la inflación y de la inseguridad, exprésese ese día. Salga a la calle, eleve su voz.
Desde inicios de esta semana hemos visto cómo muchos venezolanos iniciaron su movilización para llegar a la Toma de Caracas. Más de 2.000 personas, entre ellas representantes de nuestros indígenas, arrancaron hace días una caminata desde Puerto Ayacucho con destino hacia Caracas. ¡Que cada venezolano se sienta reflejado en el ejemplo del pueblo de Amazonas!
Si el gobierno pretende cerrar todos los accesos a Caracas y montar guarimbas, bájese allí y proteste pacíficamente, exprésese. Hagamos pública y visible esa inconformidad con lo que estamos viviendo.
Son muchos los obstáculos e inventos del gobierno que hemos sorteado para llegar hasta aquí, y ya estamos muy cerca de revocar la pobreza, el hambre, las colas, el desempleo, la inflación. No estamos pidiendo un regalo, el referendo Revocatorio está en la Constitución, y lo que pedimos es que se fije la fecha para recoger el 20% de las manifestaciones de voluntad, que si es el paso que contemplada nuestra Carta Magna para realizar el Referendo Revocatorio.
Sigamos demostrando que cuando los venezolanos nos unimos somos una sola fuerza y podemos superar todos los obstáculos. Venezuela necesita reactivarse para salir de la crisis, eso pasa por el cambio político y para lograrlo necesitamos abrir un nuevo ciclo en Venezuela.
El Revocatorio será este año, no hay razón técnica ni legal para que no se realice antes que finalice 2016. Debemos estar convencidos de eso. Que nadie nos robe la esperanza de un país distinto. Manténganos viva la fe. ¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela”.