Aunque las causas de la pobreza pueden ser variadas, hay algunos países como el nuestro que se mantienen atrapados en la miseria por la absoluta responsabilidad de malos gobiernos.
En Venezuela venimos arrastrando las consecuencias de las malas prácticas que económicamente realiza la mal llamada revolución durante todos estos años y que han ocasionado que hoy los salarios no alcancen para cubrir ni siquiera la canasta alimentaria, que se ubicó en 621.106 bolívares en enero.
Una de las principales razones por las cuales hay pobreza en los países es justamente por la falta de ingresos de su pueblo, se puede considerar pobre a una persona cuyos ingresos sean inferiores a 1,25 dólares por día.
Esa es la dramática realidad que enfrenta la inmensa mayoría de los venezolanos. Aún cuando el gobierno se ha inventado el tal “Salario Mínimo Integral”, que no es más que una estafa a nuestro pueblo, los ingresos de las familias venezolanas se quedan cortas con respecto al estandar de ingresos necesarios. Incluyendo el bono de alimentación que entra en vigencia a partir de marzo, el ingreso real estaría en aproximadamente 1,15 dólar diario.
A eso debemos sumarle el hecho de que Venezuela padece una inflación galopante sin freno alguno por parte del gobierno, que hace que por muchos aumentos de salario mínimo que se hagan los ingresos son cada vez menores, porque el bolívar que llamaron “fuerte” cada vez vale menos mientras los precios cada vez suben más.
Y es que a pesar de la alharaca que Maduro hizo con el ajuste al bono de alimentación, la verdad es que ese dinero se diluye, se convierte en sal y agua, es insuficiente para cubrir una inflación que sube 2% diariamente y golpea duramente el bolsillo de los venezolanos.
Esto es sumamente grave, ya que el 75% de los venezolanos depende de un salario mínimo que no le permite llevar un adecuado nivel de vida, donde se incluya el acceso a la alimentación, vivienda, educación y asistencia sanitaria.
Pero se convierte además en un serio problema, cuando tomamos en cuenta que el llamado “Salario Mínimo Integral” no es un beneficio del cual disfruten todos los venezolanos. Los pensionados reciben solo el salario mínimo real, que son 40.638 bolívares, nada más y nada menos que lo que cuesta un paquete de pañales.
A nuestros pensionados les han prometido muchas cosas, pero las deudas más importantes que tiene este gobierno con nuestros abuelos son el bono de salud y el bono de alimentación, ambas propuestas que hemos hecho desde hace algunos años. La Ley del bono de alimentación ya fue aprobada por la Asamblea Nacional, pero la triste respuesta de Maduro fue: “cuesta muy caro”.
Entra aquí la pregunta de si ¿700 millones de bolívares para que en el municipio Libertador se celebren los “carnavales felices” no es muy caro? Mientras haya un venezolano comiendo de la basura o muriendo por falta de medicinas, los carnavales no serán felices por mucha plata que inviertan en traer artistas internacionales.
Este es un gobierno farsante, que lejos del verbo humanista que profesan, la ambigüedad con sus actos los pone al descubierto. Han ampliado la brecha de la miseria con los ajustes que vienen haciendo al ticket de alimentación, que no son más que una compensación para mal comer, pero que no incide en los beneficios de los trabajadores.
Tengamos en cuenta que en abril de 2013, el salario mínimo representaba 63% del ingreso mensual integral y el bono de alimentación 37%; mientras que para marzo de 2017 el salario mínimo representará 27% y el bono de alimentación el 73%.
Es imposible que la gente cubra sus necesidades con sueldos tan miserables. En la Venezuela de hoy, marcada por las colas y el reparto de escasez a través de bolsas de alimentos que políticamente controla el gobierno, el 93% del país afirma que sus ingresos no le alcanzan ni para comprar comida.
Por lo menos un tercio del país (9.6 millones), se ve obligado a obviar una comida diaria porque los recursos no les permiten comprar suficientes alimentos, es decir, come solo dos o una vez al día.
La situación es dramática, porque la gran mayoría de los venezolanos se han visto forzados por la crisis económica a bajar la cuota de alimentos e ingerir una dieta que no alcanza las 2.000 calorías diarias. Por esta razón, 74,3% de la población ha perdido hasta 9 kilos en peso en el último año. La nefasta “dieta de Maduro”, es una radiografía del hambre a la que están sometidos millones de venezolanos.
Y lo que es más grave, miles de venezolanos se ven forzados a hurgar entre la basura para saciar su hambre y dicho hábito, vulnera su salud y alimentación, pero también compromete la dignidad personal y altera su autoestima.
El corrupto e incapaz gobierno de Maduro solo nos ha hecho noticia en el mundo por cifras negativas, como que somos ahora el país más pobre de Latinoamérica, porque la pobreza de ingreso alcanzó el 82% de las familias y la mitad del país vive en pobreza extrema, 52%. Superamos a Haití, estamos en la cola, al final de la carrera en la lucha contra la miseria. La promesa del gobierno de que en Venezuela llegaríamos a tener pobreza cero es solo un espejismo.
Hemos entrado en una etapa de crisis humanitaria y el gobierno insiste en no tomar ninguna medida. Lo cierto es que el tema requiere de una atención urgente por parte del Estado.
Nosotros, conscientes de esa realidad, esta semana seguimos con la batida contra el hambre en Miranda, específicamente en el sector Cotoperí, en nuestros Valles del Tuy. Gracias a la alianza de nuestro gobierno con ONG y voluntarios, distribuimos alimentos, brindamos orientación alimenticia y nutricional y asistencia médica, porque cualquier esfuerzo que se haga en este
momento es un paso que adelantamos en la dura lucha que tenemos que dar contra el hambre.
Para salir de la crisis hay que derrotar a la inflación. Se deben crear condiciones para que el aparato productivo se reactive y se logre la generación de empleos de calidad, con remuneraciones que permitan establecer los equilibrios entre lo que se gana y el precio de los bienes.
No hay fórmulas mágicas, pero si hay medidas económicas que deben tomarse para frenar la crisis y empezar a salir de este abismo. El problema es que Maduro y su combo de enchufados se niegan a rectificar, y por eso hay que insistir en la vía democrática, electoral, constitucional y pacífica para sacarlos del poder y así dejar atrás a la Venezuela de las dificultades y reencontrarnos con el país de las oportunidades y futuro. Hoy más que nunca debemos activar la fuerza que tenemos cada uno de los venezolanos para lograr el cambio, la ruta política es y tiene que ser exigir las elecciones que por Constitución corresponden, no perdamos tiempo, hay que lograr votar para cambiar porque Venezuela tiene hambre.
¡Qué Dios bendiga a nuestro país!