Durante meses, mientras en Venezuela nuestra gente moría en los hospitales y los niños se desmayaban en las escuelas, los usurpadores estuvieron por todo el planeta negando la crisis humanitaria.
El mundo entero pudo verlos.
Llegaron a decir que aquí había comida hasta para alimentar cuatro países, que había medicinas y hasta que a la gente le rendía el dinero de unos salarios de hambre.
¡Y ahora resulta que Maduro pretende hacerle creer a la gente que la ayuda humanitaria que está llegando al país es gracias a su régimen!
Aunque la mentira tiene patas cortas, sabemos que el aparato de propaganda del usurpador todavía tiene vuelo, así que vamos a dejar bien en claro que esa ayuda humanitaria que están distribuyendo la Cruz Roja y otras ONG’s es producto de un trabajo arduo que, ante la emergencia, se puso en marcha desde las filas democráticas para poder atender a quienes el régimen dejaba morir de hambre y de mengua.
Ha sido una enorme cantidad de voluntarios, de la mano con los diputados de la Asamblea Nacional y del Presidente Encargado Juan Guaidó, quienes trabajaron para que esa ayuda que el régimen se negó a dejar entrar por la frontera con Colombia, hoy esté llegando a quienes más la necesitan.
Ni Maduro ni sus cómplices movieron un dedo para que la ayuda llegara a Venezuela, pero ahora quieren intentar cobrar el rédito político. ¿Se los vamos a permitir? No creo que nuestro Pueblo lo haga.
Cuando, hace poco más de dos semanas, un organismo tan influyente a nivel mundial como la Cruz Roja, junto a una importante participación de la Iglesia Católica, anunciaron que la entrada de la ayuda humanitaria sin control del régimen se haría realidad, se estableció un pacto de no-politización de la entrada de todas las donaciones que habían sido conseguidas durante un proceso que ha sido transparente para todo el mundo.
Y se entiende la intención del pacto, pero no vamos a caer por pendejos.
De modo que, previendo el modus operandi de Maduro, es bueno que todo el país sepa que la entrada de la Ayuda Humanitaria a Venezuela no deja lugar para las mentiras del régimen, ni para falsas negociaciones ni para matrices demagógicas.
Es sencillo: aquí el régimen de Nicolás Maduro ha sido obligado a asumir una crisis humanitaria que negaban de manera irresponsable y asesina, gracias a una presión sostenida de la gente en las calles y a un trabajo político que ha decidido poner lo mejor de las fuerzas democráticas en cada tablero. Y eso es una demostración de que aquí nadie abandonó la pelea en torno a la ayuda humanitaria cuando el 23 de febrero una manada de violentos y delincuentes impidieron la entrada de alimentos y medicinas.
Se siguió trabajando y la ayuda humanitaria entró. Es innegable y hay que decirlo.
Y si tiene que argumentárselo a alguien, haga un repaso: hace apenas algunas semanas, cuando una periodista le preguntaba a Maduro por la ayuda humanitaria, él le respondió que todo esto se trataba de un show montado por el gobierno de Estados Unidos y de Colombia, con la intención de humillar a los venezolanos.
Además, los voceros del régimen llegaron a decir cosas como que se trataba de comida intoxicada y que en los contenedores venían marines y soldados, como en un Caballo de Troya. ¿Y ahora qué dicen? Pues ahora tienen al jalabolas que usurpa el ministerio de Salud queriendo sacarse una foto con la ayuda que distribuye la Cruz Roja, para ver si hace que su jefe no quede como el despiadado que es.
Sin duda alguna, en medio de una crisis como la que vive Venezuela, la entrada de la ayuda humanitaria es una de las acciones políticas más importantes de estos meses. Y así debemos entenderlo todos los demócratas: como una victoria política y social sobre el régimen. Y, además, como una lección política para esos dirigentes que, en sus delirios, insisten en caerle a cobas a sus seguidores, cuando ni siquiera manejan la información mínima para opinar.
Cuando un dirigente es irresponsable y desconoce la realidad del país, así se crea y venda como un radical, sólo le hace el coro al discursito de la dictadura. Y es por eso que debemos evitar que los demagogos y los propagandistas del usurpador logren colocar sus matrices de opinión. Y hay muchos buenos argumentos para ponerlos en evidencia, comenzando por el hecho de que esa ayuda que se está distribuyendo por la Cruz Roja viene precisamente de los países que reconocen como Presidente Encargado de Venezuela a Juan Guaidó, así que nada más con eso deberían entender que callados hacen más.
Esta ayuda es la que no entró por Cúcuta. Esta ayuda viene de los países que desconocieron a Nicolás Maduro. No la mandó Putin ni Díaz Canel, tampoco Daniel Ortega. Por eso no hay que dejar de recordar que desde Nicolás Maduro hasta Jorge Arreaza, pasando por todos los voceros rojos, negaron esta crisis asesina que fue generada por la corrupción y por la indolencia. Es decir: son ejecutantes y cómplices, pero además aún hoy son capaces de la crueldad de negar, incluso ante organismos internacionales, que aquí está muriendo gente por hambre, por falta de medicamentos, por un Estado fallido y homicida.
Cualquier cosa antes que asumir que había una cantidad de venezolanos muriendo producto de su régimen conformado por indolentes y corruptos. Y no exagero cuando lo digo, porque hay que ver las confesiones que soltó un personaje como el general Carlos Rotondaro, viniendo de sus propias filas y encargado durante años del Instituto Venezolano del Seguro Social: confesó que han usado los medicamentos para extorsionar a pacientes en época electoral por votos, obligando a pacientes que dependían de sus tratamientos para que votaran por ellos.
En dos palabras: han estado dispuestos a dejar morir a nuestros hermanos, a asesinarlos, sin sentir la más mínima culpa, con la única intención de mantenerse aferrados al Poder.
Diálisis. Quimioterapias. Radioterapias. Tratamientos de alto costo, antirretrovirales, endocrinos. Medicinas que fueron concebidas para curar, convertidas en instrumentos de asesinato político.
Sin embargo, gracias a las fuerzas democráticas que pelean por el cese de la usurpación y al Pueblo que ha decidido mantenerse movilizado en las calles, esos tratamientos ahora son distribuidos por la Cruz Roja Internacional, en un proceso que debe ser bien auditado y custodiado, para evitar los chanchullos que la usurpación siempre intenta colar.
Al usurpador del ministerio de Salud ya le sacaron su tarjeta amarilla, por el intento de politizar la entrega, pero nosotros no podemos quedarnos quietos. Así que mientras ellos están buscando cómo sacarse una foto y hacerle creer a los pocos militantes que les quedan las mentiras de Maduro, usted tiene que ayudar al liderazgo de base, explicándole a cada hermano y cada hermana la verdad de la ayuda humanitaria.
¡Y no olvide que esta victoria política sobre el régimen se debe a que esa pelea se mantuvo! Quien no quiera verlo, que se haga cargo de su irresponsabilidad, pero nadie podrá negar que la presencia la Cruz Roja aquí habla de la cantidad de fuerzas civiles, humanitarias y políticas que están trabajando juntas en esta lucha contra el régimen usurpador.
¿Esto resuelve la crisis en Venezuela? No. Y nadie debe asumir que esta es la solución, pero sí debe quedar claro cuál es la visión de país que apoya la gente que sabe, la gente que trabaja, la gente que está dispuesta a resolver la crisis. Y es evidente que nuestra gente es la que sabe qué hay que hacer y cómo hacerlo.
Estamos en un país donde el Ministerio de Salud no publica cifras, de modo que lo que sabemos es por levantamiento de información con valientes enfermeras y doctores. La salud en Venezuela es como un incendio y la ayuda humanitaria no lo apagará, pero permitirá ir llegándole a quienes están en riesgo si no reciben su medicina.
El cese de la usurpación comenzó por la salud. Así que háganse a un lado: necesitamos seres humanos comprometidos con la salud. Y son las fuerzas democráticas las que se van a encargar de esto.
Y sobre el pacto de no politizar la entrega de la ayuda humanitaria mi opinión es simple y directa, pero también es profundamente política: como fuerza democrática, tenemos que asumir que en los hospitales habrá una oportunidad única para el cese de la usurpación, porque ha quedado demostrado que las autoridades sanitarias de la usurpación sólo sirven para robar equipos y extorsionar. Y eso no lo digo yo: se los dijo su compañero y camarada Carlos Rotondaro.
Así que aquí la victoria se ensancha y adquiere nuevas dimensiones: el régimen tuvo que reconocer que hay una crisis humanitaria y admitir su incompetencia para superarla.
Ya basta de que nuestra gente muera porque los usurpadores se robaron todo, porque se fue la luz, porque no hay agua, porque no hay equipos.
Ya basta de que los usurpadores hagan que nuestros recién nacidos vayan a cajas de cartón porque no hay cunas.
Ya basta de que los usurpadores no hagan nada ante una generación completa obligada a crecer en condiciones desfavorables por malnutrición, por falta de vitaminas, por falta de vacunas.
Ya basta de que los usurpadores sean indolentes ante enfermos graves sobre cartones porque no hay camas.
Ya basta de que los usurpadores y su corrupción asesinen a nuestros hermanos porque se robaron la plata para comprar insumos básicos.
Ya basta: el cese de la usurpación comenzó por la salud y esa ayuda que el régimen se negó a brindar a nuestros hermanos hoy está llegando a quienes la necesitan. Es innegable: al menos en la salud y el derecho a la vida se está avanzando.
¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela! ¡Que este Domingo de Resurrección renueve en los venezolanos la fe y la esperanza!